Ácido y abrupto, como el fruto que cuelga en su cáscara áspera, con golpes vibrantes que avivan el recuerdo. Tortuga Tulum destella en la memoria, el dulzor se desvanece lentamente, atravesando la calidez hundida en la tierra hasta instalarse en el pecho, llevando consigo la herencia del tamarindo.
De raíz hundida en la tierra ardiente, Tortuga Tulum es un licor nacido del sol y la espera, destilado con el peso de lo que es difícil olvidar. Beberlo es aferrarse un poco más a las risas interrumpidas, a la sal en los labios, al fuego que persiste en cada sorbo, a la certeza de quedarse un poco más.