La imagen tradicional del coworking suele incluir escritorios compartidos, sillas ergonómicas y salas de juntas. Sin embargo, en un mundo donde el trabajo remoto y la movilidad son cada vez más comunes, surge una pregunta provocadora: ¿podría existir un coworking sin escritorios? Esta idea, que parece contradictoria, está ganando terreno en modelos de trabajo basados en actividades, donde la flexibilidad, la colaboración y el bienestar superan la necesidad de un puesto fijo. En esta nota exploramos cómo el concepto de trabajo nómada está transformando los espacios laborales, qué alternativas existen a los escritorios convencionales y qué implicaciones tiene para la productividad, el diseño y la cultura organizacional.

Del escritorio fijo al trabajo basado en actividades: una evolución inevitable
Durante décadas, el escritorio fue el epicentro del trabajo. Era el lugar donde se concentraban las tareas, las herramientas y la rutina. Pero con la llegada del trabajo remoto, la digitalización y la pandemia, ese paradigma comenzó a desmoronarse. Según un estudio de Hassell, una firma global de diseño estratégico, el 73% de los empleados encuestados en 2024 preferían realizar tareas individuales desde casa, mientras que reservaban la oficina para reuniones, colaboración y eventos. Esto llevó a la creación de espacios híbridos, donde el escritorio dejó de ser el protagonista.
Un ejemplo emblemático es el proyecto de “casa club” desarrollado en Sídney por Hassell para una entidad gubernamental. El espacio fue diseñado sin escritorios asignados, con solo 24 estaciones de trabajo en un edificio de más de 2,400 m². En lugar de escritorios, se ofrecían zonas de colaboración, salas de enfoque, cabinas telefónicas, cafeterías y áreas de descanso. La proporción pasó de un escritorio por cada 10 m² a uno por cada 100 m². Este modelo se basa en el trabajo por actividades, donde cada tarea tiene un entorno óptimo: concentración en casa, reuniones en salas privadas, llamadas en cabinas acústicas y trabajo informal en mesas comunes.
Este enfoque no solo responde a las nuevas dinámicas laborales, sino que también optimiza el uso del espacio. Las oficinas tradicionales estaban diseñadas para albergar a todos los empleados cinco días a la semana, pero hoy, con esquemas híbridos, muchos escritorios permanecen vacíos. Eliminar escritorios fijos permite reducir costos, mejorar la eficiencia espacial y fomentar la interacción entre equipos diversos.
Diseño sin escritorios: ¿cómo se trabaja en estos espacios?
Un coworking sin escritorios no significa ausencia de mobiliario, sino una transformación del entorno. En lugar de estaciones fijas, se utilizan elementos móviles, zonas compartidas y espacios adaptativos. Sofás con respaldo alto, mesas de cocina, cabinas individuales, terrazas, salones y cafeterías se convierten en los nuevos puntos de trabajo. La clave está en ofrecer variedad y libertad para que cada persona elija dónde y cómo trabajar según su necesidad.
Este tipo de diseño requiere una planificación cuidadosa. Según Hassell, los espacios sin escritorios deben incluir al menos tres tipos de zonas: colaboración, enfoque y socialización. La proporción ideal depende del tipo de organización, pero como referencia, se recomienda que al menos el 40% del espacio esté destinado a reuniones y trabajo grupal, el 30% a zonas tranquilas y el 30% a áreas comunes. Además, se deben incorporar tecnologías como sensores de ocupación, sistemas de reserva, conectividad de alta velocidad y mobiliario ergonómico.
Aunque estos espacios pueden ser más costosos de construir que una oficina abierta con escritorios, ofrecen beneficios a largo plazo. Las salas de reuniones, por ejemplo, requieren inversión en acústica, mobiliario, iluminación y tecnología audiovisual, pero permiten una colaboración más efectiva. Las zonas de descanso y cafeterías fomentan la creatividad y el bienestar, lo que se traduce en mayor productividad. Según datos de Pluria, una startup especializada en oficinas flexibles, los espacios adaptativos aumentan la satisfacción laboral en un 27% y reducen el ausentismo en un 18%.
Además, estos coworkings pueden funcionar como hubs urbanos, conectando a trabajadores de distintas empresas, sectores y regiones. En lugar de tener una oficina central, las organizaciones pueden ofrecer acceso a una red de espacios distribuidos, donde los empleados eligen dónde trabajar cada día. Este modelo, conocido como “trabajo basado en actividades a escala ciudad”, permite reducir traslados, mejorar la conciliación y ampliar las oportunidades de networking.
El trabajo nómada como estilo de vida: ¿quién lo adopta y por qué?
El concepto de trabajo nómada va más allá del diseño físico. Es una filosofía que prioriza la movilidad, la autonomía y la experiencia. Los nómadas digitales, por ejemplo, son profesionales que trabajan desde cualquier lugar del mundo, utilizando tecnología y conectividad. En México, este estilo de vida ha crecido exponencialmente. Según Airalo, en 2025 había más de 250,000 nómadas digitales activos en el país, atraídos por su clima, cultura y oferta de coworkings.
Estos trabajadores no buscan escritorios fijos, sino espacios que les permitan conectarse, colaborar y descansar. En ciudades como Ciudad de México, Guadalajara, Playa del Carmen y Tulum, han surgido coworkings diseñados específicamente para ellos. Algunos ejemplos incluyen Bunker Tulum, con vista al mar; Mutuo Vive, que combina coliving y coworking; y Nous, con acceso 24/7, rooftop y ciclopuerto. Estos espacios ofrecen membresías flexibles, zonas comunes, salas de reuniones, cafeterías, eventos y servicios como impresión, paquetería y dirección fiscal.
Además, plataformas como Passwork permiten acceder a más de 400 coworkings en 11 países, con planes desde $58 pesos al día. Esto facilita el trabajo en movimiento, sin compromisos ni contratos largos. Los usuarios pueden reservar espacios según su ubicación, actividad o preferencia, y disfrutar de beneficios como café ilimitado, cabinas para videollamadas, terrazas y eventos de networking.
El trabajo nómada también ha influido en el diseño de productos y servicios. Por ejemplo, las eSIM permiten conectividad global sin cambiar de tarjeta SIM, y las apps de coworking ofrecen mapas interactivos, reservas instantáneas y recomendaciones personalizadas. Incluso el mobiliario se ha adaptado: mesas plegables, sillas ligeras, mochilas con cargadores y escritorios portátiles son parte del kit del nómada moderno.
Este estilo de vida no es exclusivo de freelancers o creativos. Grandes empresas están adoptando modelos nómadas para sus equipos. Según Forbes, el 62% de las organizaciones planean reducir sus oficinas físicas y ofrecer acceso a espacios flexibles. Esto responde a la demanda de los empleados, que valoran la libertad de elegir dónde trabajar, y a la necesidad de atraer talento global. En este contexto, el coworking sin escritorios se convierte en una solución estratégica, no solo estética.

Conclusión
La idea de un coworking sin escritorios puede parecer radical, pero refleja una transformación profunda en la forma de trabajar. En lugar de espacios estáticos, se buscan entornos dinámicos, adaptativos y centrados en las personas. El trabajo nómada, impulsado por la tecnología, la movilidad y el cambio cultural, está redefiniendo lo que entendemos por oficina. Y aunque los escritorios no desaparecerán por completo, su papel será cada vez más secundario. Lo importante ya no es tener un lugar fijo, sino contar con opciones que se ajusten a cada momento, tarea y estilo de vida. En ese sentido, los coworkings sin escritorios no solo son posibles, sino necesarios.
