Trump se reunirá con Walmart y Target para discutir aranceles

La agenda económica del expresidente Donald Trump se ha reactivado con fuerza en el contexto de su campaña presidencial rumbo a las elecciones de 2024. Esta semana, ha convocado una reunión de alto nivel con los principales minoristas de Estados Unidos para discutir las consecuencias de su propuesta de imponer nuevos aranceles a productos importados, particularmente de China. La reunión, programada en Nueva York, contará con la participación de ejecutivos de Walmart, Home Depot, Target, Lowe’s, Best Buy y otras cadenas relevantes. Las implicaciones de esta reunión van mucho más allá de la logística: abren el debate sobre cómo equilibrar el proteccionismo con la estabilidad de precios, el empleo y la cadena de suministro minorista en Estados Unidos.

Aranceles del 10% al 60% reavivan tensiones entre Trump y minoristas

Desde su primera administración, Trump ha impulsado una agenda comercial agresiva que incluye aranceles a las importaciones chinas como estrategia para reducir el déficit comercial, presionar por condiciones equitativas y repatriar producción. Su nueva propuesta contempla aranceles generales del 10% sobre todas las importaciones, que podrían elevarse al 60% en productos chinos. Según el Peterson Institute for International Economics, estas medidas afectarían directamente el precio de más del 70% de los productos vendidos por minoristas como Walmart y Target.

La reunión busca crear un canal de comunicación directa entre la industria minorista y el equipo económico de Trump, encabezado por Stephen Moore y Larry Kudlow. Los asistentes pretenden mostrar cifras concretas del impacto de los aranceles sobre su rentabilidad, cadenas de suministro y proyecciones de empleo. Datos del National Retail Federation (NRF) indican que los aranceles propuestos podrían aumentar hasta en un 8% el costo de productos esenciales como ropa, electrodomésticos, muebles y herramientas, afectando a consumidores de bajos ingresos de forma desproporcionada.

Un ejemplo claro es Walmart, que importa el 26% de sus productos directamente desde Asia, y estima que el aumento de costos logísticos y arancelarios podría trasladarse en forma de alzas de precios de hasta el 15% en algunas categorías si no se modifican los aranceles. Home Depot ha proyectado que ciertos materiales de construcción y electrodomésticos tendrán sobrecostos que afectarán la remodelación residencial en EE. UU., un sector clave para su crecimiento desde 2020.

Alzas de precios, riesgos laborales y disrupciones logísticas amenazan al sector

Los efectos de los aranceles trascienden lo macroeconómico. La experiencia durante la administración 2017-2021 mostró que los consumidores estadounidenses terminaron pagando la mayor parte de los costos arancelarios. Un estudio de la Reserva Federal de Nueva York calculó que el costo anual de los aranceles de la era Trump representó más de USD 800 adicionales por hogar promedio. Además, se generaron tensiones en las cadenas de suministro, reduciendo los niveles de inventario y aumentando el costo logístico total.

En el sector laboral, la NRF ha advertido que un aumento sostenido de aranceles podría poner en riesgo más de 700,000 empleos en el sector minorista durante los próximos dos años. Esto se debe a menores ventas, ajuste de inventarios, automatización forzada y cierre de tiendas no rentables. Walmart y Target han implementado programas de contención para absorber parte de los sobrecostos sin recurrir a despidos, pero directivos admiten que un escenario de aranceles de 10%-60% haría insostenible esta estrategia.

En el frente logístico, el aumento arancelario tiene un efecto en cascada: los operadores logísticos enfrentarán una reducción de volumen importado, menor ocupación de almacenes, cancelación de rutas de transporte internacional y ajustes en tarifas de transporte terrestre. Las zonas portuarias como Long Beach, Houston y Savannah ya han reportado movimientos de contenedores 8% menores que hace un año, ante el temor de nuevas medidas comerciales restrictivas. Algunos minoristas han comenzado a analizar escenarios de «nearshoring» hacia México y Centroamérica, pero estos modelos requieren tiempo, inversión y estabilidad regulatoria.

Minoristas presionan por diálogo abierto y políticas compensatorias

La reunión convocada por Trump también tiene lecturas políticas. Los minoristas representan uno de los sectores privados con mayor peso en empleo (más de 29 millones de trabajadores) y ventas (USD 5.5 billones anuales). Cualquier alteración en sus costos o estructura de precios tiene repercusiones directas en la inflación, el consumo interno y el crecimiento del PIB.

Mientras Trump argumenta que los aranceles protegerán el empleo estadounidense y reactivarán la manufactura nacional, los minoristas aseguran que el consumidor será el más afectado. Estudios del Brookings Institute advierten que el impacto inflacionario de una guerra comercial sería mayor en zonas rurales y estados del sur, donde el poder adquisitivo es menor. Esto podría tener consecuencias electorales para el Partido Republicano.

Empresas como Target y Lowe’s han solicitado considerar mecanismos de exclusión temporal o aranceles diferenciados por tipo de producto, además de plazos de transición para adaptar cadenas de suministro. También han propuesto incentivos para manufactura local como alternativa a la imposición de aranceles generalizados.

En paralelo, organizaciones de consumidores como Public Citizen han pedido que la reunión sea transmitida públicamente o que se publiquen las minutas de discusión, al considerar que las políticas arancelarias afectan derechos económicos fundamentales. Sin embargo, el equipo de Trump ha mantenido la cita como un encuentro privado.

La reunión entre Donald Trump y los gigantes del retail estadounidense marca un punto de inflexión en el debate sobre los aranceles y el proteccionismo en Estados Unidos; si bien la intención de proteger la industria nacional es válida, los datos presentados por Walmart, Home Depot y otros actores del retail demuestran que los costos podrían ser asumidos por el consumidor final y el empleo en el sector comercial, lo que podría afectar la recuperación económica y la estabilidad social; el futuro de las relaciones comerciales y del modelo de consumo en EE. UU. dependerá de las decisiones que emerjan de estas negociaciones, en un contexto cada vez más polarizado y globalmente competitivo.

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