El modelo PAEI desarrollado por Ichak Adizes es una herramienta poderosa para entender los estilos de liderazgo y los roles que una organización necesita para funcionar sanamente. Su utilidad se multiplica cuando se aplica junto con el Ciclo de Vida Organizacional, pues permite determinar qué tipo de liderazgo, estructura y energía requiere la empresa en cada una de sus etapas para crecer de forma equilibrada.
Adizes propone que todo sistema saludable debe integrar cuatro funciones básicas:
- P (Producer) – Productor: enfocado en lograr resultados de corto plazo. Produce, ejecuta, entrega.
- A (Administrator) – Administrador: crea orden, reglas, procesos y controles. Asegura eficiencia.
- E (Entrepreneur) – Emprendedor: detecta oportunidades, innova y piensa en el futuro.
- I (Integrator) – Integrador: fomenta el trabajo en equipo, la cultura organizacional y el sentido de pertenencia.

Estas funciones actúan como “vitaminas” que el organismo empresarial necesita para evitar desequilibrios. Algunas etapas requieren más P, otras más A, algunas más E o más I. El arte de liderar una empresa radica en identificar qué vitaminas faltan y administrarlas a tiempo, en la dosis justa.
Veamos ahora qué vitaminas PAEI requiere la organización en cada etapa del ciclo de vida:
Cortejo: dosis alta de E (Emprendedor)
Durante esta fase, aún no hay empresa formal. El fundador está imaginando, soñando, visualizando lo que quiere construir. La organización todavía no existe como tal, pero la energía E está en su punto máximo. Hay una visión clara, entusiasmo y creatividad desbordante.
Sin embargo, esta etapa suele estar completamente desbalanceada: hay demasiada E y casi nada de P, A o I. Se habla mucho y se hace poco. Por eso, la vitamina más urgente para salir del cortejo es la P: acción concreta. Iniciar operaciones, contratar al primer cliente, asumir compromisos.
Vitaminas clave:
- Dosis muy alta de E para imaginar el futuro.
- Suplemento inicial de P para convertir ideas en hechos.
- Casi nula necesidad de A e I, pero no por mucho tiempo.
Infancia: mega dosis de P (Productor)
La empresa ya existe y su única prioridad es sobrevivir. Hay que vender, entregar, cobrar y apagar fuegos. Todo es urgente. En este punto, la vitamina que domina debe ser P: ejecución pura. Se necesita gente que haga, que saque el trabajo adelante, sin importar si hay procesos definidos o no.
Las funciones A y E tienden a ser ignoradas, y I suele surgir de manera informal, a través de la cercanía entre los pocos colaboradores que existen.
La carencia de A no se nota de inmediato, pero si no se empieza a desarrollar, el crecimiento posterior será caótico.
Vitaminas clave:
- Altísima dosis de P.
- Dosis moderada de E, para adaptar rápidamente.
- Introducción leve de A, para evitar desorden fatal.
- I aún no es crítica, pero puede empezar a sembrarse a través de valores fundacionales.
Niñez Rebelde (Go-Go): más A y I, menos E impulsivo
En esta fase, la empresa ya no solo sobrevive: crece rápidamente, diversifica, prueba nuevos negocios. El E sigue siendo alto, pero comienza a ser peligroso si no se equilibra. El fundador quiere aprovechar todas las oportunidades y eso genera dispersión.
Se necesita con urgencia la vitamina A: estructura, procesos, control. La empresa debe aprender a decir «no», a organizar sus finanzas, a estandarizar lo que funciona.
También se requiere I, porque el equipo empieza a crecer y surgen tensiones. Si no se fomenta una cultura de colaboración, el caos y los egos harán estragos.
Vitaminas clave:
- Mantener alta la P, aunque empieza a saturarse.
- Controlar la dosis de E: que no inicie proyectos sin dirección.
- Subir la dosis de A de manera firme.
- Introducir I para construir equipo y evitar divisiones internas.
Adolescencia: foco en I, control del E
Aquí empieza el momento más crítico: la empresa quiere madurar y separarse del estilo dominante del fundador. Surgen conflictos entre lo “viejo” y lo “nuevo”, entre lo intuitivo y lo estructurado. Las vitaminas A y I son fundamentales para atravesar esta etapa sin colapsar.
El reto es construir una organización institucional, con cultura compartida (I) y procesos sólidos (A), sin matar la innovación (E) ni dejar de producir (P).
El E del fundador debe ceder terreno a los nuevos líderes. Si se impone el ego, la empresa se frena. Si se logra el equilibrio, se abre la puerta a la plenitud.
Vitaminas clave:
- Alta dosis de I para generar cohesión, resolver conflictos y construir cultura.
- Alta dosis de A para institucionalizar procesos.
- Control del E, que debe enfocarse estratégicamente, no impulsivamente.
- Mantener la P, aunque ya puede delegarse mejor.
Plenitud: equilibrio ideal de las cuatro
La empresa ha alcanzado su punto de mayor salud. Existe un equilibrio dinámico entre resultados (P), eficiencia (A), innovación (E) y cultura (I). Las decisiones se toman con visión, pero también con datos. El trabajo en equipo fluye. Los líderes inspiran y también administran.
Esta etapa requiere mantener el equilibrio. Si alguna vitamina se debilita, se inicia el declive. Por ejemplo, si baja el E, se pierde capacidad de adaptación. Si se reduce el I, los equipos se desintegran. Si P decae, no se cumplen objetivos. Si A domina, se cae en burocracia.
Vitaminas clave:
- Equilibrio entre P, A, E e I.
- Diagnóstico constante para detectar posibles carencias.
- Formación continua para mantener viva la cultura y la innovación.
Estabilidad: más E, menos rutina
En esta etapa, la organización sigue funcionando bien, pero comienza a perder agilidad. Todo está tan bien estructurado que se vuelve lenta. Hay una inclinación hacia el exceso de A: políticas, controles, procesos que ya no se cuestionan. La vitamina que falta es E: espíritu emprendedor.
También puede empezar a disminuir el I, porque el trabajo se vuelve mecánico y el equipo se desconecta del propósito.
El riesgo es caer en la complacencia. Para evitarlo, se necesita reinyectar visión, entusiasmo y cultura participativa.
Vitaminas clave:
- Subir la dosis de E para reinventarse antes de que sea tarde.
- Revitalizar el I, reenfocando la cultura hacia la colaboración y el propósito.
- Mantener P operando con eficiencia.
- Controlar la expansión excesiva del A.
Aristocracia: urgente E e I
En la aristocracia, la empresa aún luce bien desde fuera, pero por dentro ha perdido el alma. Las decisiones se toman por protocolo, no por convicción. El A está en exceso, y P, E e I están en decadencia.
Se necesita un choque de realidad. Urge revivir la iniciativa (E) y la cohesión interna (I). Hay que reconectar con el cliente, con el mercado, con la misión. El equipo debe recuperar la pasión.
Vitaminas clave:
- Dosis agresiva de E para romper el estancamiento.
- Alta dosis de I para recuperar la identidad colectiva.
- Reducir la dominancia del A.
- Estimular el P con metas claras y renovadas.
Recriminación: I como antídoto de la división
Cuando la organización entra en esta etapa, el ambiente interno es tóxico. Se buscan culpables, hay divisiones, el clima laboral es negativo. La vitamina más urgente es I: reconciliación, diálogo, unidad.
Pero también se necesita E, para crear una nueva visión que saque a la empresa del hoyo. P y A han sido golpeadas, y deben reconstruirse. Sin embargo, nada funcionará si no se recompone primero el tejido humano.
Vitaminas clave:
- Alta dosis de I, con foco en sanar relaciones y reconstruir confianza.
- Dosis de E para imaginar un nuevo camino.
- Reconstrucción de P y A, en función de las nuevas prioridades.
Burocracia: tratamiento intensivo con E y P
Aquí, la empresa ha perdido completamente su vitalidad. Ya no se hace nada que no esté en el reglamento. El cliente es una molestia, la eficiencia es nula y nadie tiene iniciativa.
Las vitaminas más escasas son P y E. No se produce, no se innova. También se ha perdido el I: no hay sentido de equipo, solo empleados que cumplen horario.
El A está hipertrofiado. Para salir de esta etapa (si aún se puede), se necesita una intervención drástica: liderazgo transformacional, visión, decisiones rápidas.
Vitaminas clave:
- Mega dosis de E para romper estructuras obsoletas.
- Dosis alta de P para volver a producir valor.
- Rescate del I, si es que quedan personas dispuestas.
- Eliminar estructuras innecesarias del A.
Muerte: cierre, aprendizaje, renacimiento
Cuando una empresa muere, ya no hay mucho que hacer internamente. Sin embargo, el conocimiento adquirido puede transferirse a nuevas iniciativas. La vitamina E puede aprovechar los restos para construir algo nuevo. Incluso el I puede conservarse en forma de legado, comunidad o cultura que se transforma.
Vitaminas clave:
- E para iniciar algo nuevo.
- I como herencia de lo que fue.
- Cierre digno del P y A, para evitar colapsos innecesarios.
Conclusión
El modelo PAEI no es solo un esquema para analizar roles directivos. Es, en esencia, un sistema inmunológico y metabólico para las organizaciones. Saber qué vitamina falta en cada etapa del ciclo de vida puede marcar la diferencia entre avanzar o estancarse, entre reinventarse o desaparecer.
No todas las empresas necesitan lo mismo al mismo tiempo. Un exceso de cualquier función puede ser tan dañino como su ausencia. El liderazgo efectivo consiste en detectar las deficiencias, ajustar las dosis y diseñar una organización capaz de evolucionar con equilibrio.