Sudamérica, con sus vastos recursos naturales, población creciente y avances tecnológicos, se perfila como una región con gran potencial para convertirse en un hub logístico estratégico en las próximas décadas. Aunque enfrenta desafíos históricos en infraestructura y regulación, los países sudamericanos han comenzado a invertir de forma significativa en mejorar sus cadenas de suministro, facilitando el comercio interno y externo. El auge del comercio electrónico, el impulso de tratados regionales y la integración tecnológica están acelerando la profesionalización del sector logístico, convirtiendo a la región en un terreno fértil para nuevas inversiones, innovación operativa y expansión comercial. En esta nota analizamos el contexto actual, los avances clave y las oportunidades que hacen de Sudamérica una región a seguir de cerca en materia logística.

Avances en infraestructura y conectividad regional estratégica
Una de las principales limitaciones históricas para la logística en Sudamérica ha sido su infraestructura fragmentada y desigual. Sin embargo, en los últimos años, países como Brasil, Perú, Colombia, Chile y Argentina han destinado importantes recursos a modernizar sus redes de transporte. Brasil, por ejemplo, ha desarrollado el programa ProLogística, con inversiones que superan los 15 mil millones de dólares en carreteras, ferrocarriles y puertos. El Puerto de Santos, el más importante del país, moviliza más de 160 millones de toneladas de carga al año y continúa expandiéndose para atender la demanda del comercio exterior.
En Perú, la ejecución del megapuerto de Chancay, una inversión conjunta de más de 3 mil millones de dólares con participación china, promete convertirse en una puerta de entrada clave entre Sudamérica y Asia. Este proyecto forma parte de la llamada Franja y Ruta, y su objetivo es reducir los tiempos de tránsito entre ambos continentes en más de 10 días. En el caso de Chile, el país mantiene su liderazgo en eficiencia portuaria en la región, con Valparaíso y San Antonio como centros neurálgicos, moviendo cerca de 120 millones de toneladas al año entre ambos.
También se están promoviendo corredores logísticos terrestres que mejoren la conectividad entre el Atlántico y el Pacífico. El Corredor Bioceánico, que unirá Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, promete revolucionar el flujo comercial regional, disminuyendo los costos logísticos hasta en un 30% según estimaciones del BID. Estas rutas permitirán conectar zonas productivas del interior de los países con los principales puertos marítimos, facilitando las exportaciones de minerales, granos, carne, frutas y otros productos clave de la región.
La inversión en aeropuertos también ha sido notable. Colombia, por ejemplo, ha convertido al aeropuerto El Dorado en Bogotá en uno de los más importantes de carga aérea en Latinoamérica, con más de 750 mil toneladas movilizadas en 2023. Este tipo de infraestructura no solo permite responder a la demanda interna, sino integrarse a cadenas de suministro globales en sectores de alto valor como farmacéutica, tecnología y productos perecederos.
Comercio electrónico y transformación digital como impulso logístico
El crecimiento del comercio electrónico ha sido un factor clave en la aceleración de la logística en Sudamérica. Según datos de Statista, el e-commerce en la región generó ingresos por más de 105 mil millones de dólares en 2023, con proyecciones de superar los 160 mil millones para 2027. Este crecimiento ha obligado a empresas, operadores logísticos y gobiernos a repensar sus estructuras operativas para responder a una demanda más fragmentada, urgente y personalizada.
En países como Argentina, Chile y Colombia, los operadores logísticos han comenzado a implementar tecnologías como la trazabilidad en tiempo real, gestión de almacenes automatizados, centros de distribución urbanos y plataformas de optimización de rutas. Brasil, por su parte, lidera el desarrollo de tecnología logística (logtechs), con más de 500 startups activas en soluciones para transporte, almacenamiento, inteligencia artificial y última milla.
La digitalización ha permitido que empresas locales compitan a nivel regional e incluso global. Plataformas como Mercado Libre han invertido más de mil millones de dólares solo en su red logística propia, incluyendo centros de distribución, flotillas y software de última generación. Esta inversión ha permitido reducir tiempos de entrega en Brasil y Argentina a menos de 48 horas en muchas ciudades principales, un estándar que se asemeja al de mercados desarrollados.
También se han desarrollado marketplaces logísticos que conectan pymes con transportistas, optimizando la carga útil y reduciendo trayectos vacíos. Empresas como Nowports, Cargamos o Beetrack han revolucionado la forma en que se rastrean, gestionan y reportan los envíos en tiempo real. Esto facilita la toma de decisiones, reduce la informalidad del sector y mejora la satisfacción del cliente final.
Por otro lado, la digitalización también ha impulsado el avance de zonas francas, depósitos fiscales y plataformas aduaneras más eficientes. Uruguay, por ejemplo, ha fortalecido su rol como hub logístico gracias a su estabilidad, regulación clara y digitalización de trámites, convirtiéndose en un punto estratégico para operaciones trianguladas entre Brasil, Argentina y Europa.
Oportunidades para el desarrollo sostenible y cadenas resilientes
La pandemia y los conflictos geopolíticos recientes han demostrado la necesidad de diversificar cadenas de suministro globales y acortar distancias entre el producto y el consumidor. En este contexto, Sudamérica se posiciona como una región con capacidad para absorber parte de la relocalización de industrias y la producción más cercana a los mercados consumidores, estrategia conocida como nearshoring.
México ha sido uno de los grandes beneficiados de este fenómeno, pero otros países sudamericanos podrían seguir el mismo camino si logran consolidar sus marcos regulatorios, ofrecer incentivos a la inversión y garantizar estabilidad política. Argentina, por ejemplo, tiene el potencial de atraer inversiones para centros logísticos y producción de alimentos, mientras que Colombia y Perú podrían convertirse en plataformas de manufactura ligera y distribución hacia mercados andinos y centroamericanos.
Además, el enfoque en sostenibilidad ha comenzado a permear el sector logístico. Empresas como DHL, Rappi o Correios están apostando por flotas eléctricas, puntos de entrega compartidos, reducción de empaques y compensación de emisiones. Estas medidas, aunque incipientes, responden a una presión creciente de consumidores y reguladores por cadenas de suministro más verdes. En 2022, más del 65% de los consumidores latinoamericanos encuestados por Nielsen indicaron que preferían marcas con compromisos ambientales claros.
Otro aspecto en crecimiento es la capacitación y profesionalización del talento logístico. Universidades, cámaras de comercio y centros de formación están desarrollando programas específicos en gestión de la cadena de suministro, transformación digital y comercio exterior. Esto busca cerrar la brecha entre la demanda laboral del sector y la oferta de profesionales capacitados, algo fundamental para sostener el crecimiento en el largo plazo.
También se están fortaleciendo los acuerdos regionales que facilitan el flujo de mercancías, como el Mercosur, la Alianza del Pacífico y acuerdos bilaterales entre países de la región. Si bien aún existen retos en materia de armonización aduanera y políticas de transporte, la voluntad política de integración ha crecido como respuesta a la necesidad de generar más comercio intrarregional, que actualmente representa solo el 15% del total de exportaciones sudamericanas, frente al 60% que representa en la Unión Europea.

Conclusión
El potencial logístico de Sudamérica es inmenso y cada vez más tangible. Aunque aún enfrenta barreras estructurales, la región ha avanzado con pasos firmes hacia una modernización logística basada en infraestructura mejorada, digitalización acelerada, integración regional y sostenibilidad. Con inversiones públicas y privadas cada vez más ambiciosas, y con la mirada del mundo puesta en nuevas cadenas de suministro resilientes y cercanas, Sudamérica se está posicionando como un jugador clave en el tablero logístico global. El reto será mantener la constancia, fomentar la cooperación entre países y apostar por la innovación como motor de crecimiento.