La importancia del control de temperatura en productos sensibles

Algunos productos requieren condiciones específicas de temperatura para conservar su calidad, funcionalidad o seguridad. Desde alimentos y fármacos hasta cosméticos, tintas, químicos y ciertos electrónicos, el control de temperatura es fundamental para evitar pérdidas, rechazos, daños en la reputación o incluso riesgos a la salud del consumidor.

Almacenar este tipo de mercancía implica asumir un compromiso adicional con el monitoreo, la infraestructura y la trazabilidad. No basta con tener un espacio “fresco”: se necesitan controles verificables, rutinas claras y respuestas rápidas ante cualquier desviación.

Conocer el rango óptimo por tipo de producto

El primer paso es saber exactamente qué temperatura necesita cada producto. Algunos requieren refrigeración constante (entre 2°C y 8°C), otros solo deben mantenerse por debajo de cierta temperatura ambiente (por ejemplo, 25°C). Cada fabricante suele establecer estos rangos en la ficha técnica o en la etiqueta.

Es importante documentar esta información al momento de recibir el producto y asegurarse de que se almacene en condiciones adecuadas desde el primer momento. Una mala práctica común es dejar productos sensibles temporalmente en zonas no controladas, asumiendo que “no pasa nada por unas horas”.

Tener sistemas de monitoreo continuo

Un almacén con productos sensibles debe contar con termómetros digitales o sensores conectados a un sistema de monitoreo continuo. No basta con tomar lecturas una vez al día: se necesita un control que registre la temperatura en tiempo real y emita alertas en caso de desviaciones.

Este monitoreo debe quedar registrado para poder demostrar trazabilidad ante auditorías o reclamaciones. Las bitácoras manuales pueden complementar, pero no sustituyen la tecnología cuando se trata de productos críticos.

Definir protocolos en caso de desviaciones

No todas las desviaciones de temperatura significan que el producto ya no sirve, pero sí deben tener un protocolo claro de respuesta. ¿Cuántos minutos puede estar fuera de rango? ¿A qué persona se reporta? ¿Se pone en cuarentena? ¿Se descarta?

Estas reglas deben estar claras y documentadas. Además, el equipo operativo debe saber exactamente qué hacer ante una alarma o una lectura fuera de lo permitido. La rapidez en la respuesta puede marcar la diferencia entre conservar o perder una partida completa.

Evitar fluctuaciones por puertas abiertas o movimientos internos

En productos sensibles, no solo importa la temperatura promedio, sino también la estabilidad. Abrir constantemente la cámara, ubicar productos calientes junto a productos fríos o tener puertas mal selladas puede generar picos de temperatura que afectan la mercancía, incluso si los promedios parecen aceptables.

Es recomendable establecer rutinas operativas que reduzcan al mínimo las aperturas, capacitar al personal sobre el impacto de las fluctuaciones y ubicar los productos más rotativos cerca de la entrada para agilizar su manejo sin comprometer la temperatura del resto.

Control también durante el embarque

El control de temperatura no termina al sacar el producto del almacén. Si se pierde durante el traslado, el riesgo persiste. Por eso, es importante contar con unidades de transporte con temperatura controlada, verificar que estén precargadas adecuadamente y registrar las condiciones al momento del embarque.

Cuando es posible, incluir data loggers dentro del embarque ayuda a documentar la temperatura durante todo el trayecto. Esto protege tanto al cliente como al operador logístico ante posibles reclamaciones.

Transmitir confianza al cliente y cumplir normativas

Un almacén con control de temperatura transmite profesionalismo, confianza y capacidad técnica. En muchas industrias, es un requisito obligatorio para poder trabajar con ciertas marcas, cadenas comerciales o instituciones.

Además, en sectores como el farmacéutico o alimenticio, las autoridades sanitarias pueden auditar en cualquier momento. Tener todo bajo control —y con evidencia— es esencial para operar con tranquilidad.

El control de temperatura no es solo una cuestión técnica, es parte del compromiso logístico de garantizar que el producto llegue en óptimas condiciones. Invertir en sistemas, protocolos y cultura operativa es una decisión que se traduce en menos mermas, más confianza y mejores relaciones comerciales.

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