Just-in-Time vs Just-in-Case: Dos formas de pensar el inventario

En la gestión de inventarios, no existe una única respuesta correcta. Cada empresa, cada industria y cada mercado tienen sus propios retos y necesidades. Frente a este escenario, dos estrategias han tomado protagonismo a lo largo del tiempo: Just-in-Time (JIT) y Just-in-Case (JIC). Cada una ofrece un enfoque diferente sobre cómo manejar los recursos, la producción y la disponibilidad de productos, y entenderlas es clave para tomar decisiones inteligentes.

Just-in-Time: eficiencia ajustada al ritmo de la demanda

El Just-in-Time apuesta por la precisión. Se trata de producir o recibir exactamente lo que se necesita, justo cuando se necesita. Bajo este modelo, los pedidos de inventario no se basan en suposiciones, sino en la demanda real. El sistema «pull» —tirar en lugar de empujar— minimiza el desperdicio, reduce costos de almacenamiento y libera flujo de capital que, de otro modo, estaría atado a inventarios acumulados.

Esta estrategia tiene sus encantos: menos espacio ocupado, menos productos olvidados en estanterías, y un negocio que se mueve con agilidad. Pero también tiene su lado frágil. Al depender tanto de proveedores puntuales y de una logística impecable, cualquier interrupción puede paralizar toda la operación. Además, si de repente la demanda se dispara, el sistema puede quedarse corto y no satisfacer a todos los clientes.

En esencia, el JIT es eficiencia pura, pero exige coordinación impecable y un entorno relativamente estable para funcionar sin sobresaltos.

Just-in-Case: seguridad frente a la incertidumbre

En el otro extremo está el Just-in-Case. Aquí, la apuesta es tener inventario suficiente para cualquier eventualidad. Se trabaja con un enfoque «push», produciendo y almacenando bienes antes de que la demanda ocurra. El objetivo es estar preparado para picos de consumo, retrasos en la cadena de suministro o cualquier otra sorpresa que el mercado pueda lanzar.

Este método ofrece tranquilidad: si un proveedor falla o si de repente el mercado pide más de lo habitual, la empresa está lista para responder. Y en sectores donde la continuidad del servicio o la disponibilidad del producto es crítica, esa preparación puede marcar una gran diferencia.

Claro, esa seguridad tiene su precio. Mantener inventarios elevados implica mayores costos de almacenamiento, riesgo de obsolescencia, y un capital que podría estar generando valor en otras áreas queda atrapado en stock.

Conclusión

Just-in-Time o Just-in-Case no son mejores ni peores de manera absoluta; son respuestas distintas a realidades distintas. Mientras el JIT maximiza la eficiencia en entornos estables, el JIC ofrece resiliencia en contextos de incertidumbre. Elegir entre uno u otro —o incluso combinar aspectos de ambos— depende de entender las necesidades específicas del negocio, la naturaleza del producto y el comportamiento del mercado.

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