Dos amigas compartían una meta: transformar sus ideas en dulces únicos que sorprendieran a quien los probara. Decidieron enchilar dulces internacionales, agregándoles ese toque especial que encanta a los mexicanos. Su historia comenzó en la cocina de sus casas, vendiendo pequeñas bolsas a amigos de la preparatoria y luchando por hacerse conocidas a nivel nacional.
A lo largo de cuatro años, enfrentaron muchos obstáculos, pero con el apoyo de sus familias y su unión, lograron crecer profesionalmente. A sus 20 años, ambas emprendedoras sueñan con ser un ejemplo para quienes desean emprender y cumplir sus sueños, demostrando que con esfuerzo y perseverancia todo es posible.