Las juntas operativas matutinas son un momento clave en cualquier almacén. Son el punto de partida donde se asignan tareas, se reparten prioridades y se alinean los equipos. Pero cuando estas juntas no se manejan con precisión, pueden convertirse en un generador de confusión, retrabajo y pérdida de productividad.
Asignar tareas no es simplemente repartir trabajo. Implica conocer la carga operativa del día, identificar cuellos de botella potenciales y considerar la experiencia y ritmo de cada operador. Hacerlo mal, incluso por pequeños errores, puede impactar toda la jornada.

Falta de datos actualizados al momento de la junta
Uno de los errores más frecuentes es arrancar la junta sin datos claros y actualizados. Si no se tiene una fotografía precisa del volumen a recibir, del estado del inventario o de los pedidos programados, cualquier asignación que se haga se basará en suposiciones. Esto puede llevar a sobrecargar a ciertos equipos, dejar tareas sin dueño o subutilizar recursos valiosos.
También es común que la información se comunique de forma verbal y sin estructura. Esto genera malentendidos, especialmente si hay rotación de personal o si la comunicación no es clara. Un checklist visual o pizarra operativa puede ayudar a hacer visibles los objetivos, tareas y responsables.
Ignorar la experiencia y ritmo del equipo
Otro error habitual es repartir tareas de forma automática, sin considerar las capacidades individuales. No todos los operadores tienen el mismo ritmo, ni conocen todas las zonas del almacén. Si se asigna a alguien nuevo una tarea crítica sin apoyo, el riesgo de errores se multiplica.
Además, no siempre se toma en cuenta el estado físico o anímico del equipo. Alguien que recién se reincorpora, que viene de un turno pesado o que ha reportado cansancio, no debería recibir una de las tareas más exigentes sin supervisión.
No definir responsables claros por actividad
Delegar sin establecer responsables concretos es otro error frecuente. Decir “ustedes se encargan de esta área” puede diluir la responsabilidad si no se nombra a un líder o encargado puntual. Cuando surgen problemas más tarde, nadie sabe a quién acudir y se pierde tiempo en aclaraciones.
Establecer responsables por zona o actividad permite hacer un seguimiento más eficiente y detectar cuellos de botella en tiempo real. También genera compromiso y facilita la comunicación con mandos medios.
Cambios de último minuto sin aviso claro
Modificar las tareas sobre la marcha es a veces inevitable, pero si no se comunica con claridad y prontitud, puede desorganizar por completo al equipo. Los cambios deben ser comunicados con el mismo nivel de formalidad que la junta inicial, idealmente en un canal visible o verbalmente frente a todos.
También es importante registrar los cambios para entender si se están haciendo ajustes todos los días por mala planificación, o si realmente responden a imprevistos ajenos a la operación.

Una buena junta no toma más de 10 minutos
Finalmente, es clave entender que una junta matutina efectiva no debe durar más de diez minutos. Si se extiende más, es probable que haya problemas de preparación, exceso de detalle o falta de foco. Una reunión corta pero bien estructurada puede marcar la diferencia entre una operación eficiente y una jornada llena de tropiezos.
Asignar tareas con intención, claridad y estrategia no solo mejora el desempeño diario, también fortalece la cultura operativa del equipo.
