E-commerce en LATAM: tendencias, retos y futuro

El comercio electrónico en América Latina ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad vibrante y en constante expansión. Con más de 300 millones de compradores digitales en la región y una proyección de ventas que superará los 200 mil millones de dólares en 2026, el e-commerce se ha consolidado como un motor clave de transformación económica. Sin embargo, este crecimiento viene acompañado de desafíos estructurales, tecnológicos y sociales que requieren atención estratégica. Esta nota explora las principales tendencias que están moldeando el e-commerce en América Latina, los obstáculos que enfrenta y las proyecciones que definirán su futuro cercano.

Crecimiento acelerado y diversificación del ecosistema digital

América Latina ha experimentado un crecimiento sostenido en comercio electrónico, con tasas superiores al 20% anual en varios países. En 2024, México reportó un aumento del 23% en ventas online, mientras que Colombia alcanzó un crecimiento del 26%, con más de 511 millones de transacciones digitales. Argentina, a pesar de un contexto económico complejo, logró un incremento del 163% en facturación, con un ticket promedio de 90 dólares y más de 246 millones de órdenes de compra. Brasil, líder regional, mantiene una participación del 31% del mercado, seguido por México con el 28% y Argentina con el 11%.

Este crecimiento no solo se refleja en volumen, sino también en la diversificación de categorías. Si bien moda, tecnología y hogar siguen dominando, se observa un aumento significativo en alimentos, belleza, servicios digitales y turismo. En Chile, por ejemplo, el e-commerce de bienes durables cerró 2024 con 8.700 millones de dólares, y se proyecta un crecimiento del 10% para 2025, con una participación estable del 15% en las ventas totales del comercio.

La omnicanalidad también ha ganado terreno. Los consumidores latinoamericanos han adoptado modelos híbridos de compra, combinando canales físicos y digitales. Servicios como “compra en línea y recoge en tienda” (BOPIS) y entregas en puntos de conveniencia se han vuelto comunes, especialmente en mercados como México y Brasil. Esta tendencia ha impulsado a las marcas a invertir en infraestructura tecnológica y logística para ofrecer experiencias fluidas y personalizadas.

Otro motor de crecimiento ha sido la adopción masiva de smartphones y el aumento en la penetración de internet. En México, más de 100 millones de internautas están conectados más de ocho horas al día, lo que ha convertido al país en uno de los ecosistemas digitales más dinámicos de la región. Esta conectividad ha permitido que el e-commerce se normalice en todos los niveles socioeconómicos, con una distribución equitativa entre hombres y mujeres, y una mayor apropiación de herramientas digitales por parte de las PyMEs.

Desafíos estructurales: logística, inclusión digital y confianza del consumidor

A pesar del crecimiento, el e-commerce en América Latina enfrenta desafíos significativos que limitan su potencial. Uno de los principales obstáculos es la infraestructura logística. Los altos costos de envío, los tiempos de entrega prolongados y la falta de rutas optimizadas dificultan la expansión del comercio digital, especialmente en zonas rurales y ciudades intermedias. En Colombia, por ejemplo, la geografía accidentada complica la distribución, lo que ha llevado a las empresas a buscar soluciones tecnológicas como inteligencia artificial para optimizar rutas y reducir costos.

La brecha digital también persiste. Aunque la conectividad ha mejorado, aún existen sectores de la población sin acceso a internet de calidad o dispositivos adecuados. Esto limita la participación de millones de personas en el ecosistema digital. Para enfrentar este reto, se requieren inversiones públicas y privadas en infraestructura tecnológica, programas de alfabetización digital y políticas de inclusión financiera. En Perú y México, donde la penetración financiera es baja (58% y 54% respectivamente), los pagos en efectivo siguen siendo relevantes, lo que restringe el acceso al ecommerce para ciertos segmentos.

La confianza del consumidor es otro punto crítico. Aunque ha mejorado en los últimos años, persisten preocupaciones sobre la seguridad de los pagos en línea, la calidad de los productos y la protección de datos personales. Eventos como el Cyber Day o el Hot Sale, si bien impulsan las ventas, también han sido escenarios de fraudes y estafas. Por ello, iniciativas como los sellos de confianza 2.0 y la autenticación multifactor se han vuelto esenciales para fortalecer la seguridad y la credibilidad del comercio digital.

Además, la competencia internacional ha intensificado la presión sobre los actores locales. Plataformas globales como Amazon, AliExpress y Mercado Libre han elevado los estándares de servicio, obligando a las empresas regionales a innovar en experiencia de usuario, logística y atención al cliente. En este contexto, diferenciarse mediante productos únicos, estrategias de fidelización y contenido personalizado se vuelve crucial para sobrevivir y prosperar.

Proyecciones hacia 2025: innovación, regulación y nuevos modelos de negocio

Las proyecciones para el e-commerce en América Latina hacia 2025 son optimistas, pero también exigen adaptación. Se espera una mayor penetración en mercados emergentes, una diversificación de categorías y un consumidor cada vez más estratégico. La inteligencia artificial jugará un papel central en esta evolución, permitiendo personalizar ofertas, prever tendencias de consumo y automatizar procesos como la gestión de inventarios y la atención al cliente.

El comercio social también se consolidará como una estrategia clave. Plataformas como Instagram, TikTok y WhatsApp permitirán completar compras directamente desde sus interfaces, integrando funciones de pago y experiencias interactivas. Esta tendencia facilitará la conexión entre marcas y consumidores, especialmente entre las generaciones más jóvenes, que valoran la inmediatez y la autenticidad.

La sostenibilidad será otro eje fundamental. Los consumidores latinoamericanos están cada vez más conscientes del impacto ambiental de sus decisiones de compra. Marcas que adopten prácticas responsables, como empaques reciclables, procesos de producción limpios y logística verde, tendrán una ventaja competitiva. En este sentido, la transparencia será clave: compartir datos claros sobre emisiones, materiales y procesos fortalecerá la relación con clientes conscientes.

En cuanto a regulación, se espera una evolución hacia normativas más claras y armonizadas en temas fiscales, protección de datos y comercio transfronterizo. Las empresas deberán adaptarse rápidamente a estos cambios para evitar sanciones y garantizar el cumplimiento. En México, por ejemplo, se han desarrollado comités verticales y horizontales que permiten una visión integral del crecimiento del e-commerce, incluyendo aspectos legales, logísticos y tecnológicos.

Finalmente, el valor del cliente a largo plazo (CLTV) se convertirá en una métrica central. Las empresas más maduras no solo medirán facturación y transacciones, sino también la capacidad de generar tráfico orgánico, retener clientes y construir relaciones basadas en confianza. En un entorno donde el 82% de los consumidores toleraría solo dos malas experiencias antes de cambiar de comercio, la fidelización será tan importante como la adquisición.

Conclusión

El e-commerce en América Latina está en plena transformación. Su crecimiento acelerado, impulsado por la digitalización, la conectividad y la evolución del consumidor, lo posiciona como un pilar clave de la economía regional. Sin embargo, para consolidar este avance, será necesario enfrentar desafíos estructurales, fortalecer la confianza del consumidor y adaptarse a un entorno cada vez más competitivo y regulado. Las empresas que logren integrar innovación, sostenibilidad y experiencia personalizada estarán mejor posicionadas para liderar el futuro del comercio digital en la región.

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