Cuáles son los 3 principales retos de la logística transportista

El transporte es el eje operativo de toda cadena logística. Su capacidad de mover mercancías de forma segura, eficiente y oportuna es fundamental para mantener el flujo comercial entre productores, distribuidores y consumidores finales. En México, donde más del 56% de la carga nacional se mueve por carretera, el sector transportista tiene un peso enorme para la economía y el abastecimiento. Sin embargo, esta industria enfrenta numerosos desafíos que dificultan el cumplimiento de estándares logísticos competitivos. De entre todos los factores que impactan su desempeño, existen tres problemas principales que concentran las mayores afectaciones: la inseguridad en las rutas, la saturación y el mal estado de la infraestructura vial, y la falta de digitalización en los procesos operativos. Resolverlos es esencial para garantizar una logística moderna y adaptada a las exigencias del comercio global.

Inseguridad en carreteras y robos de carga

El principal problema que enfrenta la logística transportista en México es la creciente inseguridad en las rutas. Según datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante 2024 se registraron más de 14 mil robos al transporte de carga en el país, siendo los estados más afectados Estado de México, Puebla, Michoacán, Jalisco y Veracruz. En promedio, uno de cada cinco transportistas sufre algún tipo de ataque en el trayecto.

Estos robos no solo representan pérdidas materiales, sino que generan impactos logísticos de gran alcance: interrupción de cadenas de suministro, retrasos en entregas, costos por seguros más altos, pérdida de confianza de clientes y la necesidad de invertir en escoltas, sistemas de geolocalización o nuevas rutas más largas pero más seguras.

Las bandas dedicadas al robo de transporte operan con inteligencia previa, equipos armados y métodos tecnológicos como bloqueadores de señal GPS o camiones clonados. La mercancía robada suele ser revendida en mercados paralelos, afectando no solo a los transportistas, sino también a los fabricantes, distribuidores y al consumidor final.

La inseguridad obliga a las empresas a modificar su logística: se restringen los horarios nocturnos, se evitan ciertas rutas, se coordina el monitoreo constante en centros de control y se contratan servicios de rastreo satelital con respuesta inmediata. Todo esto encarece el servicio y alarga los tiempos de entrega, afectando la competitividad logística en sectores clave como el automotriz, el alimentario o el electrónico.

Infraestructura deficiente y congestión vial

El segundo gran obstáculo de la logística transportista es la infraestructura vial. A pesar de contar con más de 400 mil kilómetros de carreteras, solo una pequeña parte de estas vías se encuentra en condiciones óptimas para el tránsito constante de vehículos de carga pesada. Según el Instituto Mexicano del Transporte, más del 40% de las carreteras federales libres presentan daños estructurales, baches, hundimientos o falta de señalización, lo que incrementa el riesgo de accidentes y daños en las unidades.

Además, muchas zonas industriales, aduanas y puertos del país presentan cuellos de botella logísticos por falta de conectividad o saturación. La congestión en accesos a terminales marítimas como Manzanillo, Veracruz o Lázaro Cárdenas, por ejemplo, puede generar demoras de hasta 12 horas para cargar o descargar contenedores. Este problema impacta directamente en la planificación de rutas, tiempos de retorno y cumplimiento de entregas.

Otro factor que agrava la situación es el desequilibrio territorial. La mayoría del mantenimiento vial se concentra en los corredores del centro y norte del país, dejando al sur con caminos secundarios en mal estado. Esto limita la expansión logística hacia nuevas regiones y afecta la cobertura nacional de empresas que buscan eficiencia operativa.

La falta de zonas de descanso adecuadas, estaciones de servicio seguras y patios de maniobra diseñados para transporte pesado también limita la eficiencia. En muchas rutas, los conductores deben estacionarse en lugares improvisados, lo cual aumenta el riesgo de robo o accidentes y reduce el bienestar del operador.

Falta de digitalización y poca integración tecnológica

El tercer problema crítico de la logística transportista es la falta de digitalización en sus procesos operativos. A pesar de los avances tecnológicos globales, muchas empresas del sector en México aún dependen de formatos manuales, comunicación vía teléfono o procesos poco automatizados. Esto genera errores en el seguimiento de cargas, retrasos en la validación de entregas, duplicidad de tareas y escasa trazabilidad.

La digitalización permite optimizar rutas, controlar consumos de combustible, monitorear el estado de las unidades, generar facturas electrónicas en tiempo real, y sobre todo, ofrecer visibilidad al cliente. Sin embargo, muchas pequeñas y medianas empresas de transporte aún no han invertido en sistemas de gestión logística (TMS), GPS conectados con dashboards, plataformas colaborativas o firmas digitales.

Esta brecha tecnológica limita la integración entre transportistas y otros actores de la cadena de suministro, como operadores logísticos, centros de distribución o plataformas de Ecommerce. Sin datos confiables ni comunicación fluida, es difícil planear embarques coordinados, anticipar retrasos o generar reportes de desempeño.

La falta de digitalización también afecta la trazabilidad. En un entorno donde los clientes esperan información en tiempo real sobre su mercancía, la imposibilidad de ofrecer esta visibilidad debilita la confianza y obliga a procesos manuales de verificación. Además, sin tecnología adecuada, se dificulta la integración con aduanas, aseguradoras, sistemas fiscales y controles de acceso.

Si bien en los últimos años ha habido avances, como la implementación de CFDI con complemento carta porte, aún existen desafíos para automatizar todo el proceso desde origen hasta entrega. Resolver esta brecha requiere inversión, capacitación y un cambio de mentalidad hacia modelos más colaborativos y tecnológicos.

Conclusión

La logística transportista es una pieza vital de la economía mexicana, pero enfrenta tres problemas estructurales que limitan su eficiencia y competitividad: la inseguridad en carreteras, el deterioro y saturación de la infraestructura vial, y la falta de digitalización en los procesos operativos. Cada uno de estos retos tiene impactos directos en costos, tiempos de entrega, cumplimiento normativo y calidad del servicio. Superarlos exige una acción conjunta entre gobierno, empresas privadas y operadores logísticos. Invertir en tecnología, renovar carreteras, fortalecer la seguridad y profesionalizar al sector no solo beneficia a los transportistas, sino que impacta positivamente en toda la cadena de suministro. En un mundo donde la logística es cada vez más estratégica, atender estos desafíos es indispensable para que México se mantenga competitivo y confiable en el comercio nacional e internacional.

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