En un mundo donde el trabajo remoto ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una norma, los espacios de coworking han evolucionado más allá de los edificios urbanos y oficinas compartidas. Hoy, profesionales de todo el mundo buscan entornos que no solo ofrezcan conectividad y comodidad, sino también inspiración, comunidad y experiencias únicas. Desde vagones de tren convertidos en oficinas móviles hasta playas paradisíacas que combinan arena con Wi-Fi de alta velocidad, el coworking en lugares insólitos está redefiniendo cómo y dónde trabajamos. Esta nota explora los modelos más innovadores y reales que están surgiendo globalmente, demostrando que la creatividad no tiene fronteras cuando se trata de trabajar.

Coworking sobre rieles: oficinas móviles que recorren el mundo
Una de las propuestas más audaces en el mundo del coworking es transformar vagones de tren en espacios de trabajo itinerantes. En Japón, por ejemplo, la empresa JR East lanzó el “Train Suite Shiki-shima”, un tren de lujo que incluye espacios de coworking para ejecutivos y creativos que desean trabajar mientras recorren paisajes espectaculares. Aunque originalmente diseñado como experiencia turística, este modelo ha inspirado iniciativas similares en Europa y América del Norte. En Alemania, el proyecto “Coworking Train” de Deutsche Bahn permite a los pasajeros reservar cabinas equipadas con escritorios, conexión Wi-Fi y acceso a salas de reuniones virtuales, todo mientras se desplazan entre ciudades.
Estos espacios móviles no solo ofrecen comodidad, sino también eficiencia. Según un estudio de la consultora Global Workplace Analytics, el trabajo remoto puede aumentar la productividad hasta en un 35%, y los espacios móviles permiten aprovechar los tiempos de traslado para tareas laborales. Además, reducen la necesidad de oficinas físicas permanentes, lo que representa un ahorro significativo para empresas emergentes y freelancers. En Estados Unidos, Amtrak ha explorado la posibilidad de adaptar vagones para coworking en rutas como la Northeast Corridor, donde más de 12 millones de personas viajan anualmente.
La movilidad también fomenta la colaboración internacional. Imagina trabajar en un tren que conecta Berlín con París, compartiendo ideas con profesionales de distintas industrias y culturas. Esta dinámica ha sido clave para el éxito de iniciativas como “Nomad Train”, un programa que recorre Asia Central y ofrece espacios de trabajo en trenes transiberianos. Los participantes no solo trabajan, sino que también asisten a talleres, sesiones de networking y actividades culturales, creando una experiencia laboral inmersiva y transformadora.
Playas remotas y coworking tropical: productividad con vista al mar
Si bien los trenes ofrecen movimiento, las playas remotas ofrecen serenidad. En lugares como Playa del Carmen, México, el coworking ha encontrado un hogar entre palmeras y olas. Espacios como Nest Coworking y Bunker Coworking han creado entornos que combinan infraestructura profesional con la atmósfera relajada del Caribe. Nest, por ejemplo, ofrece membresías desde 270 MXN por día, con acceso a Wi-Fi de alta velocidad, salas de reuniones, cocina equipada y hasta zona de hamacas. Bunker, por su parte, cuenta con cabinas telefónicas, servicio de café espresso y acceso 24/7, con tarifas mensuales desde 3,500 MXN.
Este modelo ha ganado popularidad entre nómadas digitales, quienes representan una comunidad en crecimiento. Según datos de MBO Partners, en 2024 había más de 17 millones de nómadas digitales en el mundo, y se espera que esa cifra supere los 20 millones en 2025. Estos profesionales buscan lugares que les permitan trabajar sin sacrificar calidad de vida, y las playas ofrecen justamente eso: conexión, comunidad y bienestar. En Bali, Indonesia, espacios como Dojo Bali y Outpost han creado ecosistemas donde el coworking se mezcla con yoga, surf y eventos de emprendimiento.
Además del atractivo natural, estos espacios fomentan la colaboración global. En Costa Rica, Selina Cowork combina alojamiento con coworking en destinos como Tamarindo y Puerto Viejo, atrayendo a emprendedores de más de 40 países. La diversidad cultural en estos espacios enriquece los proyectos y genera oportunidades de negocio que trascienden fronteras. Incluso en lugares más remotos como las Islas Canarias, iniciativas como “Repeater” han creado hubs tecnológicos en medio de paisajes volcánicos, demostrando que la innovación puede florecer en cualquier rincón del planeta.
La infraestructura también ha evolucionado para adaptarse a estos entornos. Muchos espacios cuentan con energía solar, sistemas de recolección de agua y materiales sostenibles, alineándose con los valores de una generación que prioriza el impacto ambiental. En Tulum, por ejemplo, algunos coworkings ofrecen membresías ecológicas que incluyen actividades de reforestación y voluntariado, integrando el trabajo con la responsabilidad social.
Modelos globales que inspiran: del Ártico a la sabana africana
Más allá de trenes y playas, el coworking ha llegado a lugares que antes parecían impensables. En Noruega, el espacio “Mesh Arctic” ofrece coworking en Longyearbyen, una ciudad ubicada en el archipiélago de Svalbard, a solo 1,000 kilómetros del Polo Norte. Equipado con calefacción geotérmica, conexión satelital y vistas a auroras boreales, este lugar demuestra que incluso en condiciones extremas se puede trabajar con comodidad. Aunque el número de usuarios es reducido, el impacto es significativo: investigadores, escritores y diseñadores han encontrado en este entorno una fuente de inspiración única.
En África, el coworking ha tomado una forma comunitaria. En Nairobi, Kenia, espacios como “Nailab” y “iHub” han impulsado el desarrollo tecnológico local, ofreciendo acceso a internet, mentoría y financiamiento a emprendedores. Estos modelos han sido replicados en países como Ghana, Nigeria y Sudáfrica, donde el coworking se ha convertido en motor de innovación. Según el informe African Tech Startups Funding Report, en 2023 se invirtieron más de 3 mil millones de dólares en startups africanas, muchas de las cuales nacieron en espacios de coworking.
También hay ejemplos flotantes. En Ámsterdam, el proyecto “Floating Office” ha creado un espacio de coworking sobre el agua, utilizando energía solar y materiales reciclados. Este modelo ha sido replicado en ciudades como Bangkok y Singapur, donde la escasez de espacio urbano ha impulsado soluciones creativas. En India, el coworking rural está ganando terreno, con iniciativas como “DesqWorx” que llevan conectividad y capacitación a pueblos alejados, reduciendo la brecha digital y generando empleo local.
Estos modelos globales comparten una visión común: el trabajo no tiene que estar limitado por la geografía. Con tecnología, diseño y propósito, es posible crear espacios que conecten a personas, ideas y culturas, sin importar dónde se encuentren. Ya sea en un tren que cruza Siberia, una playa en México o una estación polar, el coworking insólito está demostrando que el futuro del trabajo es tan diverso como el mundo mismo.

Conclusión
El coworking en lugares insólitos no es solo una tendencia estética o turística; es una respuesta real a las necesidades de una fuerza laboral global que busca flexibilidad, comunidad y propósito. Estos espacios, desde vagones de tren hasta playas remotas y oficinas flotantes, están redefiniendo el concepto de trabajo, demostrando que la innovación no conoce límites geográficos. En un mundo cada vez más conectado, trabajar desde cualquier lugar ya no es una fantasía, sino una realidad que transforma vidas, economías y culturas.