La cadena de suministro del cuero es una de las más complejas y longevas dentro de las industrias manufactureras. Desde la cría de ganado hasta la confección de productos de lujo o calzado industrial, el cuero recorre un largo camino lleno de procesos técnicos, logísticos y ambientales que lo convierten en un insumo valioso pero altamente regulado. Esta cadena conecta sectores primarios, industriales y comerciales, y mueve miles de millones de dólares anualmente en mercados como el automotriz, la moda, la tapicería y la marroquinería. En esta nota se expone cómo se estructura esta cadena, qué retos enfrenta y cómo se transforma ante las exigencias de sostenibilidad y trazabilidad actuales.
Producción ganadera y obtención de piel cruda
El punto de partida de toda la cadena de suministro del cuero es la ganadería. La mayor parte del cuero proviene del ganado vacuno, aunque también se utiliza piel de ovino, caprino y porcino. El abastecimiento de materia prima comienza con la matanza del animal en plantas de procesamiento cárnico, donde se separa la piel del resto del cuerpo. Estas pieles son consideradas un subproducto de la industria alimentaria, lo cual significa que su valor económico está supeditado a la demanda del cuero procesado. Según cifras del Food and Agriculture Organization (FAO), en el mundo se procesan anualmente más de 300 millones de pieles de ganado vacuno, siendo Brasil, India, Estados Unidos y China los mayores productores.
Después del sacrificio, las pieles se someten a un proceso de preservación mediante salado o enfriamiento para evitar su descomposición antes de llegar a la curtiduría. En esta etapa, la logística juega un papel clave, ya que las pieles crudas deben trasladarse rápidamente desde los mataderos hasta las plantas de curtido, lo que en muchos casos implica recorrer largas distancias. En América Latina, por ejemplo, Argentina produce más de 13 millones de pieles al año, de las cuales el 70% se destina al mercado local y el 30% restante se exporta principalmente a Italia, China y Vietnam. Este traslado requiere transporte refrigerado o con condiciones específicas para evitar pérdidas por deterioro.
Uno de los principales desafíos en esta etapa inicial es la trazabilidad. Con la creciente presión de consumidores e industrias por saber el origen del producto y su impacto ambiental, cada vez más países están adoptando sistemas de registro que identifican de qué finca proviene cada piel, en qué condiciones fue obtenida y qué tratamiento ha recibido. Esto es clave no solo por razones éticas y ecológicas, sino también por normas internacionales que exigen transparencia en las cadenas de suministro. En la Unión Europea, por ejemplo, desde 2021 se exige declarar el origen de la piel utilizada en productos terminados como bolsos o calzado, lo que ha obligado a países exportadores a mejorar su documentación.
Curtido y procesamiento intermedio del cuero
Una vez recolectadas y preservadas, las pieles pasan a la etapa industrial del proceso, donde se transforman en cuero usable. El curtido es una técnica química mediante la cual se estabiliza la proteína de la piel animal para evitar su putrefacción y hacerla más resistente. Existen diferentes métodos, pero el más común es el curtido al cromo, que representa más del 80% del cuero producido mundialmente, según la Confederación Internacional del Cuero. Este proceso le da al cuero propiedades de flexibilidad, durabilidad y resistencia al agua. Otras técnicas, como el curtido vegetal, utilizan taninos de plantas y son preferidas por sectores que buscan un producto más ecológico.
Las curtidurías son instalaciones industriales altamente especializadas que requieren grandes volúmenes de agua y sustancias químicas. Por eso, se concentran principalmente en países con infraestructura industrial consolidada y acceso a materias primas. Italia es uno de los centros históricos del curtido, especialmente en regiones como Toscana, donde empresas familiares han mantenido técnicas tradicionales combinadas con innovación tecnológica. En América Latina, México, Brasil y Colombia cuentan con polos industriales de curtido que abastecen tanto a mercados locales como internacionales. Por ejemplo, la ciudad de León en México produce más del 70% del cuero utilizado en la industria del calzado del país, generando empleo para más de 300 mil personas, según cifras de la Cámara de la Industria del Calzado del Estado de Guanajuato (CICEG).
Durante el proceso de curtido también se clasifica el cuero según su calidad, grosor, acabado y tipo de grano. Esto permite direccionarlo hacia distintos mercados. El cuero de alta calidad se utiliza en tapicería automotriz o artículos de lujo, mientras que los grados inferiores se emplean en productos industriales, guantes o plantillas. Este paso es esencial para maximizar el aprovechamiento de cada piel, reducir desperdicios y aumentar el valor agregado.
No obstante, esta etapa también enfrenta desafíos importantes, especialmente en términos ambientales. El uso de cromo y otros metales pesados ha sido cuestionado por su impacto en fuentes de agua y salud pública. Por ello, muchas curtidurías están invirtiendo en plantas de tratamiento de aguas residuales, tecnología de recirculación de químicos y en el desarrollo de curtidos alternativos más sostenibles. Marcas internacionales como Timberland y Adidas ya exigen a sus proveedores cumplir con protocolos de producción responsable y certificaciones como LWG (Leather Working Group), que auditan el impacto ambiental del curtido.
Transformación, manufactura y distribución del producto final
Una vez curado, clasificado y secado, el cuero pasa a la fase de transformación, donde se convierte en el insumo final de miles de productos distintos. Este material es utilizado en calzado, marroquinería, vestimenta, tapicería automotriz y mobiliario. La industria del calzado es la que más volumen consume, con más del 50% de todo el cuero curtido global, según el World Footwear Yearbook. Países como China, India, Vietnam, México e Italia son los principales productores de calzado con cuero, exportando millones de pares cada año a mercados como Estados Unidos, Europa y América del Sur.
El transporte del cuero curtido desde las curtidurías hacia las fábricas también implica una logística especializada. Debe mantenerse en condiciones de humedad y temperatura controlada para preservar su calidad, especialmente en cueros premium. Las fábricas que lo reciben lo cortan, cosen, estampan o moldean según el producto final. En países como Brasil o Argentina, esta etapa suele realizarse en parques industriales donde se agrupan curtidurías, fábricas y talleres artesanales para facilitar los encadenamientos productivos.
La comercialización del producto final incluye tanto canales tradicionales como tiendas físicas, así como comercio electrónico. En los últimos años, el ecommerce ha impulsado una mayor segmentación del mercado del cuero, con marcas independientes ofreciendo productos personalizados o de edición limitada que se producen en series pequeñas. Esto ha generado nuevas exigencias en la trazabilidad y calidad del cuero, ya que el consumidor tiene acceso a más información y exige procesos más éticos.
Al mismo tiempo, la industria enfrenta el desafío de competir con materiales sintéticos que imitan la textura del cuero a un costo menor. Aunque el cuero natural sigue siendo valorado por su durabilidad y calidad, su producción está bajo escrutinio por razones ambientales y de bienestar animal. Por eso, muchos actores de la cadena están apostando por certificaciones, innovación y comunicación transparente para reforzar el valor del cuero legítimo frente a las alternativas artificiales.
Conclusión
La cadena de suministro del cuero es una red compleja y global que abarca desde la ganadería hasta la producción de artículos de lujo. A lo largo de esta cadena, se involucran miles de empresas y trabajadores en múltiples países, cada uno agregando valor y enfrentando retos propios. La trazabilidad, la sostenibilidad y la eficiencia logística se han convertido en factores clave para asegurar la competitividad del sector en el siglo XXI. Si bien enfrenta desafíos regulatorios y ambientales, la industria del cuero sigue reinventándose para responder a un mercado global cada vez más exigente, informado y consciente.