Con la llegada de una ola de calor sin precedentes en gran parte de América Latina y otras regiones del mundo, muchas empresas enfrentan desafíos serios para cuidar la salud de sus trabajadores y mantener la continuidad operativa. Las altas temperaturas no solo provocan incomodidades físicas, sino también incrementan el riesgo de deshidratación, golpes de calor, reducción de la concentración e incluso ausentismo laboral. Esta situación exige que las empresas, independientemente de su giro, tomen medidas específicas para mitigar los efectos del calor extremo dentro de sus instalaciones y en actividades al aire libre.

Impacto de la ola de calor en ambientes laborales
En los últimos meses, ciudades como Monterrey, Hermosillo y Ciudad de México han registrado temperaturas superiores a los 45°C, según datos del Servicio Meteorológico Nacional. Esta situación no solo afecta a los sectores de la construcción o la agricultura, sino también a industrias, almacenes, centros logísticos y oficinas mal ventiladas. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, cada año más de 880,000 trabajadores en el mundo sufren de estrés térmico, lo cual representa una amenaza creciente para la salud ocupacional.
En México, la NOM-035 establece lineamientos para identificar factores de riesgo psicosocial en el entorno laboral, y aunque no está centrada exclusivamente en fenómenos térmicos, muchos de sus criterios aplican en contextos de calor extremo, como el aumento de la fatiga, la irritabilidad o la falta de concentración, que puede derivar en accidentes de trabajo o decisiones operativas equivocadas.
Otro dato revelador es que, según la Secretaría de Salud, durante las últimas tres olas de calor reportadas en 2023, hubo un aumento del 35% en las consultas por deshidratación y golpes de calor en personas en edad productiva. Esto representa una alerta para las empresas: cuidar el entorno térmico de trabajo no es solo un acto de responsabilidad social, sino una inversión estratégica para la continuidad operativa.
Precauciones y estrategias para enfrentar temperaturas extremas
Las medidas frente a una ola de calor deben adaptarse al tipo de actividad de cada empresa. En general, hay tres enfoques clave: modificar las condiciones físicas del entorno laboral, ajustar los horarios y rutinas de trabajo, y educar a los trabajadores para que adopten hábitos preventivos.
En cuanto al entorno físico, se recomienda mantener ventilación cruzada en oficinas y espacios cerrados, además de instalar sistemas de climatización o extractores de calor en áreas críticas como cocinas, fábricas, talleres o zonas de carga. Las empresas con almacenes o bodegas deben considerar el uso de cubiertas térmicas y pintura reflectante para reducir la absorción solar en techos y paredes.
En actividades de campo o en patios industriales, una práctica frecuente es colocar techos ligeros, puntos de sombra móviles y estaciones con agua potable cada 50 metros. Aunque parezca un gasto innecesario, el costo promedio por empleado de instalar una estación de hidratación no supera los 100 pesos por semana, y puede evitar múltiples incapacidades médicas o jornadas improductivas.
Sobre los horarios, algunas empresas están adoptando esquemas flexibles como jornadas divididas, inicio más temprano de labores o pausas activas cada dos horas. También es común rotar a los trabajadores para evitar que una sola persona esté expuesta durante todo el día. Estas medidas no solo reducen el impacto del calor, sino que también mejoran la percepción de bienestar entre los empleados.
Finalmente, la formación es crucial. Muchas empresas están implementando campañas internas para informar sobre los síntomas del golpe de calor —como piel enrojecida, dolor de cabeza, debilidad, náuseas o confusión mental— y qué hacer en caso de detectarlos. Incluso algunas grandes compañías están capacitando brigadas internas para ofrecer primeros auxilios en eventos de deshidratación aguda.
El rol de la tecnología y la cultura organizacional
Las innovaciones tecnológicas también pueden ser aliadas en tiempos de calor extremo. Existen sensores de temperatura que se conectan a los sistemas de gestión de edificios para activar ventiladores, extractores o alarmas cuando se superan ciertos límites. Algunas empresas usan wearables (dispositivos portátiles) que miden la frecuencia cardíaca, sudoración y temperatura corporal del trabajador, enviando alertas si se detectan signos de riesgo térmico.
Además, en los sectores logísticos o industriales, los vehículos de carga o montacargas están siendo adaptados con cabinas ventiladas o sistemas de enfriamiento pasivo. Esto es especialmente útil en almacenes ubicados en el norte del país, donde las estructuras metálicas elevan aún más la temperatura interna.
Sin embargo, más allá de los dispositivos, la prevención frente a una ola de calor requiere de una cultura organizacional sólida. Las empresas deben fomentar un entorno donde los trabajadores no sientan vergüenza de pedir una pausa, solicitar agua o alertar sobre condiciones de riesgo. La colaboración entre Recursos Humanos, Seguridad e Higiene, y líderes operativos es vital para que estas medidas no queden solo en el papel.
Cabe destacar que las inspecciones de la STPS también han comenzado a incluir criterios ambientales. No aplicar precauciones básicas en entornos extremos puede generar sanciones, sobre todo si se demuestra que la empresa no ofreció condiciones adecuadas para preservar la salud del trabajador. Así que no se trata únicamente de una recomendación: es una obligación legal.

Conclusión
Las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas, representan un reto urgente para el mundo empresarial. Ignorar sus efectos en la salud y la productividad puede generar pérdidas humanas y económicas que fácilmente pueden evitarse con planificación y compromiso. Desde adaptar espacios físicos hasta promover la hidratación y educar al personal, las acciones que se tomen hoy marcarán la diferencia en el bienestar de los equipos de trabajo. En última instancia, proteger a los trabajadores del calor extremo no solo es una obligación ética y legal, sino una estrategia inteligente para mantener la operación activa, el talento motivado y los costos bajo control. Las empresas que tomen la delantera en este tema estarán mejor preparadas para un futuro cada vez más afectado por el cambio climático.