Cómo afecta el mal acomodo de mercancía al rendimiento del personal

En logística, cada paso cuenta. Y uno de los más subestimados es el acomodo interno de la mercancía. Cuando un almacén no está bien organizado, el personal operativo termina caminando más, buscando más, cometiendo más errores y trabajando con menos eficiencia. Todo eso se traduce en tiempos muertos, pedidos retrasados y un uso ineficiente de los recursos humanos.

Un mal acomodo no solo se refiere a mercancía fuera de lugar. También incluye ubicaciones mal asignadas, productos sin lógica de rotación, zonas saturadas o con difícil acceso, y caminos que se cruzan constantemente. Cada uno de estos errores frena la operación diaria y deteriora el rendimiento del equipo sin que a veces nadie lo note… hasta que el cliente se queja.

Recorridos innecesarios y tiempos de búsqueda

El impacto más directo de un mal acomodo es el tiempo que el personal pierde recorriendo el almacén. Si los productos de alta rotación están lejos, si los SKUs están mal agrupados o si no existe una lógica clara entre zonas, los recorridos diarios se vuelven innecesariamente largos. Y aunque un minuto extra por pedido suene poco, al final de un turno representa horas de productividad perdida.

Esto afecta tanto en picking como en resurtido. El operador que tarda en encontrar el producto no solo rinde menos, también se frustra más rápido, se desgasta físicamente y comete más errores. Además, si varios operativos coinciden en zonas mal diseñadas, los embotellamientos físicos se vuelven inevitables.

El mal acomodo también impacta los tiempos de capacitación. Un layout confuso dificulta que un nuevo integrante aprenda rápido. Y si el conocimiento de ubicaciones está en manos de unos pocos, la operación se vuelve dependiente de ellos, lo que representa un riesgo en temporadas altas o ante rotación de personal.

Aumentan los errores y bajan los estándares de calidad

Cuando los productos no están en la ubicación correcta o se colocan sin lógica, el margen de error crece. El operador puede tomar el SKU incorrecto por confusión visual o por no verificar adecuadamente. Esto se multiplica en operaciones con productos similares entre sí, como cosméticos, refacciones o alimentos.

Además, un almacén mal organizado suele tener zonas con productos caducos mezclados, tarimas dañadas o materiales que bloquean rutas de acceso. Todo esto degrada el estándar de calidad y puede provocar desde devoluciones hasta sanciones por parte de clientes clave.

También hay un factor de seguridad: si el acomodo provoca pasillos angostos, tarimas inestables o mercancía apilada de forma incorrecta, los riesgos de accidentes aumentan. Esto no solo pone en peligro al personal, también puede implicar paros operativos o responsabilidades legales.

El acomodo como herramienta de productividad

La buena noticia es que el acomodo se puede corregir sin grandes inversiones. Lo primero es hacer un análisis de rotación: identifica los productos que más se mueven y colócalos cerca de la zona de surtido o empaque. Agrupa por familia, por cliente o por tipo de pedido según lo que más te convenga.

También es clave definir ubicaciones fijas por SKU (si tu operación lo permite) y señalizarlas claramente. Esto no solo acelera el picking, también facilita los inventarios cíclicos y el control visual diario.

Puedes complementar con herramientas simples como mapas impresos, tableros visuales o apps básicas que indiquen la ubicación exacta de cada producto. El objetivo no es digitalizar todo de inmediato, sino dar claridad operativa para que el personal se enfoque en ejecutar, no en buscar.

Mejores recorridos, mejor ambiente laboral

Un acomodo eficiente también mejora el ambiente de trabajo. El personal que se siente productivo, que no tiene que cargar más de lo necesario ni caminar sin sentido, se desgasta menos y rinde más. Incluso en operaciones exigentes, el orden transmite profesionalismo y da estructura a la jornada laboral.

En resumen, el acomodo no es una tarea de inicio de operación y ya. Es una variable viva que debe revisarse, adaptarse y corregirse conforme crece el negocio. Hacerlo bien no solo optimiza el rendimiento del personal: también mejora la experiencia del cliente, reduce errores y protege la rentabilidad.

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