Brasil, una de las economías más grandes de América Latina y uno de los principales exportadores de productos agrícolas, minerales y manufacturados del mundo, está apostando por una transformación profunda de su infraestructura ferroviaria para aumentar su competitividad logística y facilitar el comercio exterior. Tradicionalmente dependiente del transporte por carretera, el país enfrenta altos costos logísticos, cuellos de botella estructurales y un uso ineficiente de su territorio en el movimiento de mercancías. En respuesta a estos desafíos, el gobierno brasileño, junto con el sector privado, ha lanzado ambiciosos proyectos ferroviarios destinados a conectar las regiones productivas del interior con los principales puertos del Atlántico, mejorar la eficiencia operativa y reducir el impacto ambiental del transporte terrestre.

La matriz logística brasileña y su dependencia del transporte carretero
Históricamente, más del 60% del transporte de cargas en Brasil se realiza por carretera, lo que ha generado una serie de problemas estructurales: altos costos por el uso intensivo de combustibles, desgaste prematuro de autopistas, congestión en áreas urbanas y una elevada emisión de gases contaminantes. Este modelo logístico se ha mantenido por décadas debido a la falta de inversión sostenida en modos alternativos de transporte como el ferroviario o el fluvial. Sin embargo, en los últimos cinco años, Brasil ha comenzado a diversificar su matriz de transporte con una visión estratégica de largo plazo.
La infraestructura ferroviaria brasileña suma actualmente cerca de 30,000 kilómetros de extensión, pero solo una parte es operada con estándares modernos y adecuada para transporte de carga de alto volumen. Gran parte de las vías están obsoletas, desconectadas entre sí o dedicadas a usos regionales. Además, existe una alta concentración geográfica: las líneas ferroviarias más eficientes se ubican en el sudeste del país, mientras que el norte y el noreste aún están subutilizados logísticamente.
Proyectos estratégicos: Ferrogrão, FIOL y Ferrovia Norte-Sul
Para revertir esta situación, el gobierno de Brasil ha priorizado una serie de proyectos ferroviarios estratégicos que buscan aumentar la eficiencia del transporte de mercancías desde los centros de producción hacia los puertos de exportación. Entre los más relevantes se encuentran:
- Ferrogrão (EF-170): una línea de 933 km que conectará la región productora de soja y maíz de Mato Grosso con el puerto de Miritituba, en el estado de Pará. Con una inversión estimada de R$ 21 mil millones (aproximadamente USD 4 mil millones), se espera que Ferrogrão transporte más de 40 millones de toneladas de carga al año una vez operativa, reduciendo en un 30% los costos logísticos de los productores del centro-oeste.
- FIOL (Ferrovia de Integração Oeste-Leste): esta línea de 1,527 km busca unir el estado de Tocantins con el puerto de Ilhéus, en Bahía, facilitando la salida de productos minerales, especialmente hierro, así como carga agrícola desde el interior hacia la costa atlántica. El primer tramo de FIOL (entre Caetité e Ilhéus) fue concesionado al grupo BAMIN y se encuentra en obras, con proyecciones de operar en 2026.
- Ferrovia Norte-Sul (FNS): concebida como la columna vertebral del sistema ferroviario brasileño, esta vía de más de 4,000 km une el estado de Pará con São Paulo y el puerto de Santos. El tramo central, entre Porto Nacional (TO) y Estrela D’Oeste (SP), está en operación y es gestionado por Rumo Logística. Conecta regiones agrícolas clave con terminales portuarias de exportación, y su operación completa se prevé como clave para reducir tiempos y costos en el flujo de commodities.
Estos proyectos no solo están pensados como corredores de exportación, sino como articuladores del territorio brasileño, capaces de generar desarrollo regional, atraer inversión industrial y descongestionar las rutas de carga actuales.
Iniciativas privadas, modernización y sostenibilidad del sistema ferroviario
Además de los proyectos del Estado, el marco legal vigente permite ahora que empresas privadas desarrollen ferrocarriles por iniciativa propia, bajo el modelo de autorización. Desde 2021, más de 80 solicitudes de nuevas líneas ferroviarias han sido registradas ante la Agencia Nacional de Transportes Terrestres (ANTT), abarcando más de 20,000 km de trazado propuesto y una inversión proyectada de R$ 240 mil millones.
Entre los ejemplos más destacados están los proyectos de empresas como Vale, que opera una de las ferrovías más rentables del mundo (EFVM y EFC), y Rumo, que ha invertido fuertemente en modernización de locomotoras, digitalización de operaciones y centros logísticos multimodales. En São Paulo, el corredor ferroviario entre Campinas y Santos, utilizado para carga de contenedores, ha visto mejoras en interoperabilidad y automatización que han permitido reducir tiempos de tránsito en un 18% desde 2022.
Desde el punto de vista ambiental, la expansión del transporte ferroviario implica una reducción importante en la emisión de gases de efecto invernadero. Se estima que el transporte por tren emite 66% menos CO₂ por tonelada-kilómetro comparado con el transporte por camión. La empresa Rumo, por ejemplo, ha reportado que su operación ferroviaria evita anualmente la emisión de más de 1 millón de toneladas de CO₂ en comparación con el mismo volumen transportado por carretera.
La implementación de sistemas de inteligencia artificial, mantenimiento predictivo, uso de sensores en vagones y operaciones remotas están convirtiendo las líneas ferroviarias brasileñas en un entorno cada vez más tecnológico. Esto no solo mejora la eficiencia operativa, sino que también permite una mejor planificación de cargas, menor desgaste de equipos y una experiencia logística más confiable para los exportadores.
Desafíos estructurales y visión de largo plazo
A pesar de los avances, la expansión ferroviaria brasileña enfrenta varios desafíos. Uno de ellos es la integración efectiva entre los diferentes modos de transporte (carretero, ferroviario, fluvial y portuario). Aún existen cuellos de botella en terminales intermodales, y muchos productores no cuentan con acceso directo a las líneas férreas. La inversión en infraestructura complementaria, como centros logísticos secos y plataformas multimodales, será esencial para que las nuevas líneas puedan operar a su máxima capacidad.
También persisten desafíos regulatorios, como la coordinación entre entes federales, estaduales y municipales, y la necesidad de establecer contratos de largo plazo que garanticen la viabilidad financiera de las concesiones. La burocracia, los conflictos judiciales por tierras y el licenciamiento ambiental también han ralentizado varios tramos de obras clave.
No obstante, la visión de largo plazo es clara: convertir a Brasil en un país donde el ferrocarril sea el eje estructurador del transporte de carga. Para ello, el Plan Nacional de Logística 2035 proyecta que la participación del transporte ferroviario en la matriz nacional aumente del 20% actual al 35% para esa fecha. De cumplirse esta meta, se estima una reducción anual de R$ 30 mil millones en costos logísticos totales y un incremento del 20% en competitividad de exportaciones agrícolas e industriales.

La apuesta de Brasil por modernizar y expandir su red ferroviaria representa un cambio de paradigma en su estructura logística, con beneficios claros en términos de eficiencia, competitividad, sostenibilidad y cohesión territorial; sin embargo, su concreción dependerá de la coordinación público-privada, de la superación de obstáculos técnicos y regulatorios, y de una visión integradora que priorice el transporte multimodal como herramienta para proyectar al país como un actor exportador global más ágil, sostenible y estratégico.