La cadena de restaurantes KFC (Kentucky Fried Chicken) es conocida por su pollo frito y otros productos de comida rápida. Sin embargo, como cualquier negocio de alimentos, enfrenta el desafío de gestionar la comida que no se vende al final del día. La política sobre qué hacer con esta comida puede variar según la ubicación y el propietario de la franquicia, lo que genera diferentes prácticas y decisiones en todo el mundo.
Políticas de Desperdicio de Alimentos en KFC
En muchas franquicias de KFC, la política estándar es tirar toda la comida sobrante al final del día. Esta decisión se toma principalmente por razones de seguridad alimentaria y para mantener la calidad del producto. En algunos casos, los dueños de las franquicias creen que permitir que los empleados se lleven la comida sobrante a casa podría fomentar la producción de cantidades excesivas de alimentos, lo que resultaría en más desperdicio. Sin embargo, esta política a menudo es vista como controvertida, ya que resulta en una gran cantidad de alimentos perfectamente comestibles que terminan en la basura.
Ejemplos de Prácticas en Diferentes Ubicaciones
Un ejemplo de esta política se puede ver en un KFC de Meadowhall, Sheffield, Inglaterra, donde se requería que toda la comida se tirara al final de la noche. En esta ubicación, a veces se encontraba una bolsa negra llena de pollo en la papelera, lo que reflejaba el desperdicio significativo. El propietario de la franquicia creía que si permitían al personal llevarse la comida sobrante, estos cocinarían más de lo necesario para poder llevarse algo a casa. Esta creencia persistía a pesar de que los encargados podían monitorear la cantidad de comida preparada y sobrante.
Otro empleado de KFC que trabajó en varias tiendas de la cadena de 2001 a 2005 mencionó que también se seguía la política de tirar toda la comida al final de la noche. Sin embargo, este empleado intentaba dar comida extra a los clientes que llegaban cerca del cierre o llevar algo a casa para sus compañeros de piso, viendo el desperdicio como algo innecesario y desaprovechado. Además, mencionó que los encargados intentaban planificar bien para evitar grandes cantidades de comida sobrante, aunque no siempre era posible.
Alternativas y Opiniones
En algunos casos, los empleados encontraban maneras de evitar el desperdicio. Por ejemplo, un par de veces, en lugar de tirar el pollo sobrante, lo colocaban en una bolsa negra nueva y limpia, dejándola en la parte trasera del restaurante para llevarla a casa más tarde. Aunque llevarse una bolsa de plástico con pollo caliente en el autobús no era lo más cómodo, muchos empleados preferían esta opción a ver cómo se desperdiciaba comida en buen estado.
Uno de los testimonios más antiguos proviene de un trabajador de KFC en los años 70. En aquella época, la práctica variaba: algunas tiendas reservaban una buena parte del pollo para hacer su famoso pollo a la barbacoa al día siguiente, mientras que otras permitían a los empleados llevarse el pollo sobrante a casa. Este trabajador recordaba cómo él y sus amigos esperaban con ansias los viernes y sábados por la noche para recibir cubos de pollo gratis.
Conclusión
La gestión de la comida sobrante en KFC depende en gran medida de las políticas establecidas por los propietarios de las franquicias individuales. Aunque la política oficial puede ser tirar toda la comida al final del día, existen variaciones y excepciones dependiendo de la ubicación y la actitud del personal y los encargados. Este tema destaca la complejidad de equilibrar la seguridad alimentaria y la calidad del producto con la necesidad de reducir el desperdicio de alimentos, un desafío constante en la industria de la comida rápida.