Por qué deberías tener un protocolo en caso de productos infestados

La posibilidad de recibir productos infestados no es común, pero cuando ocurre puede causar caos. Roedores, insectos o larvas en la mercancía generan daños materiales, riesgos sanitarios y una crisis inmediata de credibilidad. Tener un protocolo claro antes de que ocurra hace toda la diferencia entre una reacción ordenada y un desastre mal manejado.

Más común de lo que se admite

Aunque pocos operadores lo reconocen abiertamente, todos han enfrentado, al menos una vez, un ingreso sospechoso. Una caja con excremento de roedor, una tarima con huevecillos en el cartón, un bulto de harina con movimiento raro. Lo grave no es que suceda, sino no saber qué hacer cuando sucede.

La reacción más frecuente es mover el producto a un rincón “en lo que se decide”. Esto es exactamente lo que no se debe hacer: al dejarlo expuesto o junto a otras mercancías, el riesgo de propagación aumenta, y las consecuencias pueden escalar rápidamente.

Primer paso: aislamiento inmediato y documentado

Al detectar una infestación, lo primero es aislar el producto en una zona alejada, señalizada y de acceso controlado. Si es posible, usar una zona externa o contenedor cerrado. El segundo paso es documentar todo: fotos, descripción del hallazgo, hora, lote y responsable de recepción. Esto es clave para respaldar cualquier reclamación al proveedor o al cliente.

Además, es importante activar una alerta interna a operaciones, calidad y dirección, para evitar que se manipule el resto del lote. El silencio o el manejo informal del hallazgo puede comprometer la integridad de todo el almacén.

No pongas en riesgo otras cuentas por una sola

Si la mercancía infestada pertenece a un solo cliente, no se debe poner en juego la sanidad de toda la operación por quedar bien. Es común que el cliente pida mover el producto “solo tantito” o que niegue la situación. Aquí, el protocolo debe ser firme: la prioridad es proteger la totalidad de las operaciones y cumplir con la norma sanitaria aplicable.

En casos más severos, se puede requerir fumigación preventiva, revisión de zonas cercanas o incluso una cuarentena temporal de áreas sensibles. Estas acciones deben estar previstas en el protocolo y contar con proveedores externos listos para actuar.

Define responsables y tiempos de respuesta

Un buen protocolo incluye responsables por área: quién debe tomar la decisión de aislar, quién debe notificar al cliente, quién contacta a los servicios sanitarios, quién autoriza la reubicación. También debe definir tiempos límite: cuánto tiempo puede estar el producto en cuarentena antes de moverse, destruirse o devolverse.

Todo esto debe estar respaldado por la política general de operación, y de preferencia también en el contrato con el cliente. Si el cliente no acepta este tipo de protocolos, la relación operativa está en riesgo desde el inicio.

Evita repetir errores: investiga el origen

Una vez contenida la situación, se debe analizar el punto exacto en el que se originó: ¿el producto llegó así desde el proveedor?, ¿se contaminó en el andén?, ¿hubo una fuga en el layout que permitió ingreso de plagas? Documentar estos detalles ayuda a prevenir casos futuros y ajustar controles si es necesario.

Si se detecta que el riesgo vino desde afuera, es válido compartir esa evidencia con el cliente o incluso con autoridades, si la situación lo amerita. Tener pruebas es indispensable para no asumir responsabilidades que no corresponden.

Capacita al personal para detectar a tiempo

El operador de piso debe saber identificar señales de infestación: manchas, olores, perforaciones, ruidos, residuos, etc. Muchos casos se pueden frenar si alguien con criterio lo detecta a tiempo. Esto se logra con capacitaciones cortas y protocolos visuales colocados en zonas clave del almacén.

Además, se debe dar confianza al operador para reportarlo sin miedo a represalias. Si alguien oculta un hallazgo por temor a ser regañado, el riesgo aumenta. La cultura de prevención se construye desde la base operativa.

El silencio puede salir muy caro

No hablar de infestaciones no las hace desaparecer. Fingir que “nunca pasa” puede hacer que el día que ocurra, todo colapse. Tener un protocolo firme, bien comunicado y respaldado legalmente es parte de operar de forma profesional, responsable y confiable.

Si se gestiona bien, incluso una crisis puede fortalecer la relación con el cliente. Pero si se oculta o se improvisa, puede derivar en pérdidas económicas, cancelaciones de contratos o hasta sanciones legales. Mejor estar preparado.

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