Reorganiza tu almacén y gana segundos en cada movimiento

En logística, cada segundo cuenta. A medida que las demandas del mercado se vuelven más agresivas, las empresas que dependen de un almacén como parte crítica de su operación deben buscar formas de reducir tiempos sin comprometer la seguridad ni la calidad del servicio. Y aunque muchos centran su atención en maquinaria costosa o automatización, una de las formas más efectivas y rentables de lograr mejoras inmediatas es reorganizando el almacén. Un rediseño estratégico del layout, la ubicación lógica del inventario y la eliminación de obstáculos pueden marcar la diferencia entre una operación ágil y una que pierde minutos en cada paso. Esta nota explora cómo pequeñas decisiones de diseño pueden convertirse en grandes beneficios para tu negocio.

La lógica del layout y su impacto directo en la velocidad

Uno de los errores más comunes en almacenes latinoamericanos es la falta de planificación en la disposición de espacios. Muchos depósitos crecen de manera orgánica, ocupando zonas vacías según la necesidad del momento, lo que da como resultado rutas innecesariamente largas, pasillos congestionados y zonas de alto tráfico mal distribuidas. Rediseñar el layout no implica necesariamente una remodelación costosa. De hecho, estudios de la Federación Internacional de Logística estiman que una correcta reorganización del flujo interno puede reducir los tiempos de desplazamiento en un 25%, solo con reubicación de zonas clave.

La base del rediseño está en analizar los movimientos más frecuentes dentro del almacén. Es decir, ¿qué productos salen más rápido?, ¿qué rutas siguen los montacargas o patines hidráulicos?, ¿dónde se generan cuellos de botella? Las empresas más eficientes colocan los productos de alta rotación (conocidos como productos A, según el análisis ABC) lo más cerca posible de las áreas de carga o empaque. Esto evita que se recorran decenas de metros para buscar los artículos que se mueven todos los días.

Otra estrategia útil es crear zonas definidas por tipo de producto, peso o tamaño. Esto permite reducir el tiempo de búsqueda y facilita que el personal encuentre los artículos sin necesidad de revisar varias estanterías. Según un estudio realizado por la Universidad de Sao Paulo, un operador promedio pierde entre 10 y 15 minutos al día en búsquedas innecesarias de inventario cuando no existe un sistema de ubicación estandarizado. Esta pérdida se traduce en más de 300 minutos al mes, por empleado.

El ancho de los pasillos también debe adaptarse al tipo de equipo de transporte interno utilizado. Si se usan patines hidráulicos, un pasillo de 1.2 metros puede ser suficiente, pero si se operan montacargas, es necesario un espacio mínimo de 2.5 metros para maniobrar con seguridad. Un pasillo estrecho obliga a los operadores a reducir la velocidad o incluso a retroceder y reposicionar la carga, lo que retrasa cada movimiento. Por otra parte, pasillos demasiado anchos desperdician espacio útil que podría utilizarse para aumentar la capacidad de almacenamiento.

Además, una buena señalización contribuye significativamente a la rapidez en los procesos. Cuando cada zona está bien marcada y etiquetada, se reduce la dependencia del conocimiento del operario y se facilita la integración de nuevos trabajadores. Esto es especialmente útil en momentos de alta rotación o contratación temporal, como temporadas de alta demanda. La inversión en señalética clara y visible puede parecer menor, pero su impacto en la eficiencia es notable desde el primer día.

Organización visual e inteligencia en el almacenamiento

La optimización del tiempo en los movimientos dentro de un almacén no depende solo del layout físico, sino también de la organización visual del inventario. Cuando los productos están etiquetados con códigos claros, códigos de barras o incluso colores que indican su categoría, los operadores pueden identificar más rápido lo que necesitan. Este principio, conocido como organización visual, ha sido ampliamente aplicado en metodologías como 5S, que busca eliminar el desorden y estandarizar procesos para aumentar la eficiencia.

Las empresas que implementan estos principios logran reducir en hasta un 40% el tiempo de preparación de pedidos, de acuerdo con el Instituto Chileno de Logística. Además, se disminuyen los errores de picking, lo que evita devoluciones, reclamos o ajustes en la facturación. Por ejemplo, si un operario recoge por error una variante incorrecta de un producto (un color distinto, un tamaño equivocado), todo el proceso se ve afectado. En almacenes con alta rotación de SKU, este tipo de errores pueden ocurrir varias veces al día si la organización visual no está bien implementada.

La altura de almacenamiento también influye en la velocidad de los movimientos. Es habitual que se almacenen productos pesados o de alta rotación en estanterías superiores, lo que obliga a usar equipos como escaleras, grúas o montacargas cada vez que se requiere acceso. Una simple reorganización que ubique los productos más usados a nivel de suelo puede reducir drásticamente los segundos invertidos en cada movimiento. Esto se vuelve aún más relevante si se considera que el 60% del tiempo total de preparación de pedidos se destina a desplazarse hasta los productos, según cifras de la Asociación Logística del Ecuador.

El sistema de codificación también es clave. Utilizar un sistema alfanumérico o por coordenadas (pasillo, nivel, posición) permite digitalizar la gestión del inventario y conectarla con software WMS (Warehouse Management System). Incluso sin sistemas complejos, una hoja de cálculo con referencias claras ya permite mejorar considerablemente la velocidad de los movimientos internos. Cuando cada operador sabe exactamente dónde debe ir y qué debe buscar, el proceso fluye con mayor agilidad.

Por otra parte, la estandarización de contenedores, pallets y unidades de carga facilita la organización del espacio. Cuando los productos se almacenan en unidades uniformes, es más fácil calcular el espacio necesario, apilar de forma segura y evitar espacios muertos. Además, facilita el uso de los mismos equipos para toda la operación, lo que simplifica la logística y reduce errores operativos. Cada segundo ganado en estas tareas se multiplica por la cantidad de movimientos diarios, impactando directamente en la productividad.

Flujo de trabajo continuo y mejora constante de procesos

Un almacén eficiente no es solo aquel que tiene productos bien ubicados, sino también aquel que mantiene un flujo de trabajo continuo y sin interrupciones innecesarias. Para lograr esto, es fundamental analizar los momentos de espera o tránsito improductivo. Muchas veces, los operadores esperan a que otros liberen pasillos, a que un montacargas esté disponible o a que se termine de imprimir una orden de trabajo. Todos estos pequeños tiempos muertos suman minutos que podrían aprovecharse mejor si se ajustan los procesos.

Una forma de evitar estos cuellos de botella es aplicar el principio de flujo continuo. Este enfoque consiste en garantizar que cada tarea esté conectada con la siguiente sin paradas innecesarias. Por ejemplo, si la recepción de mercancía se hace al mismo tiempo que se preparan los pedidos de salida, se deben organizar las zonas de entrada y salida para evitar que se crucen. Esto se puede lograr asignando franjas horarias, rutas separadas o incluso turnos rotativos para cada tipo de movimiento.

El análisis de tiempos por tarea también ayuda a detectar ineficiencias ocultas. Cronometrar cuánto tarda un operador en realizar una actividad repetitiva permite identificar oportunidades de mejora. En muchos casos, pequeñas modificaciones como reubicar una impresora, colocar herramientas a la altura adecuada o agrupar tareas similares permiten reducir segundos valiosos. Si una tarea tarda 30 segundos menos, y se repite 200 veces por día, se ganan más de 1.5 horas diarias en eficiencia.

La mejora continua implica revisar regularmente la organización del almacén y adaptarse a los cambios en la demanda, en el catálogo de productos o en la tecnología disponible. Muchas empresas rediseñan su almacén una sola vez y no vuelven a evaluarlo durante años, lo que genera desajustes entre el espacio disponible y las necesidades actuales. Revisar el layout al menos una vez al año, hacer encuestas al personal operativo y recopilar datos del sistema de gestión puede revelar mejoras que se pasan por alto en la rutina diaria.

Además, fomentar una cultura participativa entre los operadores puede traer ideas valiosas. Nadie conoce mejor los atajos, las dificultades y las áreas ineficientes que quienes recorren el almacén todos los días. Incluir al personal en las propuestas de mejora no solo aporta conocimiento práctico, sino que también fortalece el compromiso con los cambios y facilita su implementación.

Conclusión

Reorganizar el almacén no es solo una cuestión de espacio, sino una estrategia para ganar velocidad, reducir errores y mejorar la experiencia del equipo operativo. Desde la ubicación inteligente del inventario hasta la eliminación de obstáculos físicos o decisiones ineficientes, cada mejora puede traducirse en segundos ahorrados que, al repetirse, generan grandes beneficios. La clave está en observar, medir, escuchar y ajustar con constancia. La suma de pequeñas mejoras es lo que marca la diferencia entre una operación promedio y una altamente competitiva.

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