Qué tan importante es el camión correcto para cada carga

En la logística diaria, el tipo de camión utilizado para mover mercancías puede ser la diferencia entre una operación eficiente o una llena de contratiempos. Aunque pueda parecer un detalle menor, elegir mal la unidad puede derivar en tiempos muertos, sobrecostos o incluso pérdidas de producto. Por eso, no se trata solo de tener transporte, sino de tener el transporte adecuado para cada carga.

Cada tipo de unidad tiene características que lo hacen más o menos apto para ciertos movimientos. Una caja seca de 53 pies, una torton o una rabón no son intercambiables si el volumen, peso, destino o condiciones del producto son específicas. Identificar esto desde el inicio permite planear con lógica y eficiencia.

Impacto directo en la operación y en los costos

Utilizar una unidad más grande de lo necesario eleva los costos sin justificación. Por otro lado, usar una más pequeña o inadecuada puede obligar a dividir cargas, realizar múltiples viajes o dejar producto fuera. Esto representa una carga económica, pero también una logística más compleja que consume tiempo y esfuerzo adicional.

También existen casos donde la falta de equipo especializado —como plataformas, rampas hidráulicas o montacargas a bordo— provoca retrasos en la carga o descarga. Estos detalles deben analizarse antes de programar un movimiento, sobre todo cuando la operación requiere puntualidad o cuando se manejan productos delicados.

Seguridad y cumplimiento también dependen del vehículo

El camión no solo es un medio de transporte: también es una herramienta de protección. Si se trata de mercancía sensible a la temperatura, por ejemplo, no contar con una unidad refrigerada puede derivar en mermas o rechazos. Lo mismo aplica para productos que deben estar cubiertos, sujetos o estibados de cierta forma específica.

Incluso si el camión es el correcto, el operador también debe estar capacitado. Una mala maniobra al cargar o descargar puede dañar el producto o generar accidentes. De ahí la importancia de alinear el tipo de unidad con el perfil del operador y el tipo de mercancía.

Planificación con base en datos operativos reales

Una buena planeación logística parte de datos. Saber qué tipo de producto se mueve, con qué frecuencia, a qué destinos y bajo qué condiciones es clave para elegir la flota correcta. Cuando esto se desconoce o se deja al azar, la operación reacciona en lugar de anticiparse.

Por ello, muchas empresas crean matrices de transporte donde se define qué unidad corresponde a cada escenario. Así, cada pedido entra automáticamente en una lógica de asignación eficiente, sin depender de decisiones improvisadas de último momento.

La experiencia del cliente también está en juego

La entrega no termina en el almacén. Cuando el camión es el equivocado, el cliente lo nota. Ya sea porque la mercancía llegó tarde, dañada o incompleta, el efecto final recae sobre la percepción de cumplimiento. Y eso, en muchos casos, es más difícil de recuperar que un producto roto.

Además, cuando el cliente tiene requerimientos específicos —como descargas con rampa, franjas horarias estrictas o accesos complicados— es indispensable prever el tipo de unidad que puede atender esas condiciones. No hacerlo puede invalidar toda la planeación logística previa.

Un error común: subestimar los “detalles” del transporte

Muchas veces se piensa que mientras el camión tenga espacio, es suficiente. Pero la realidad logística es más compleja. No es lo mismo mover cajas apilables que muebles ensamblados, ni lo mismo cargar por rampa que por montacargas. Estos “detalles” técnicos definen si un viaje será fluido o problemático.

El costo de corregir un error de unidad ya en tránsito suele ser mucho mayor que el de haber asignado bien desde el principio. Por eso, los equipos operativos deben contar con información clara sobre las características del pedido antes de solicitar transporte.

Optimizar el transporte es optimizar toda la cadena

La optimización no es solo reducir kilómetros o viajes. También incluye usar los recursos correctos en el momento justo. Elegir bien el camión significa evitar desperdicio de combustible, mejorar el aprovechamiento de tiempos y reducir desgaste en los equipos.

Cuando se elige mal una unidad, se generan fricciones que se multiplican en toda la cadena: retrasos en recepción, falta de espacio en destino, congestión en andenes, entre otros. Es por eso que esta decisión, aunque parece operativa, tiene implicaciones estratégicas.

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