Los sabores son ecos. Resuenan en la boca, en la piel y en la memoria. Elote, crema deslizándose entre los dedos, la lengua buscando el rastro de un picante perfecto. El crujido de un pepinillo en mitad de una conversación, la carne humeante absorbiendo el ajo y las especias. La dulzura tibia del jarabe de olla, la punzada viva de la cebolla bañada en habanero. El instante antes del bocado, la certeza de que algo va a quedarse.
Buena & Bien Hecha nació de eso: del hambre de recuerdos. En una cocina pequeña, alguien enmarañó salsas espesas, cortó frutas frescas y dejó que los ingredientes hablaran. La chispa en la lengua al probar su salsa macha demuestra que no es solo una mezcla de chiles, almendra y cacahuate. Es el calor en el pecho, el deseo de otra cucharada, de volver, de no olvidar.
Porque no son solo salsas, mermeladas o ajos confitados. Son fragmentos de algo más grande. Un tiempo, un lugar, una historia que nunca deja de repetirse.