En logística, la compatibilidad entre productos no se limita al tamaño o al tipo de empaque. También existen riesgos menos visibles, como los que provocan los aromas intensos. Un producto con fragancia fuerte puede alterar el olor, la calidad o incluso la seguridad de los productos cercanos. Y aunque parezca un tema menor, ha provocado reclamos importantes y pérdidas millonarias.

Fragancias que viajan más lejos de lo que crees
Detergentes, aromatizantes, café, cosméticos, productos de limpieza y ciertos alimentos secos emiten olores persistentes. Estos olores no se quedan confinados en una caja: se filtran por rendijas, atraviesan empaques delgados y se impregnan en otros productos. Esto puede representar un problema serio cuando se almacenan junto a textiles, papel, plásticos o alimentos que absorben fácilmente olores externos.
Casos reales de contaminación cruzada
Uno de los errores más comunes es almacenar costales de café junto a ropa o cuadernos escolares. Los reclamos por mercancía que “huele a café” son más frecuentes de lo que se piensa. También se han reportado casos en los que jabones o aromatizantes contaminan empaques de cartón, haciéndolos inservibles por el cambio de olor o textura. En industrias reguladas, como la alimentaria, esto puede incluso provocar devoluciones legales.
No todo cabe junto en un rack
Aunque físicamente los productos quepan en el mismo estante, no significa que deban almacenarse juntos. Es importante considerar la naturaleza volátil de ciertos productos. Idealmente, los artículos con aromas intensos deberían tener zonas dedicadas, bien ventiladas y alejadas de mercancías susceptibles. Este principio aplica también en transporte y en áreas de empaque.
Impacto en el cliente final
A veces, la contaminación por aroma no afecta la función del producto, pero sí su experiencia de uso. Un cliente que recibe un termo que huele a cloro o una agenda que huele a jabón puede asociarlo con mala calidad o descuido. Esto daña la percepción de marca y puede derivar en calificaciones negativas, aunque el problema haya estado en el almacén y no en el fabricante.
Medidas preventivas simples pero efectivas
La solución no siempre requiere reestructurar todo el almacén. Puede bastar con separar zonas de alto riesgo, usar sellos más herméticos o incluso establecer turnos diferentes para manipular productos de aroma fuerte. También es útil capacitar al personal en la identificación de este tipo de riesgos, ya que no siempre están contemplados en manuales estándar.
Ventilación y control de olores
Si el almacén maneja muchos productos con fragancia, es clave contar con buena ventilación, extractores o filtros de aire. Esto ayuda a evitar que los olores se acumulen y migren entre pasillos. Algunos operadores también usan sensores de calidad del aire como parte de sus auditorías, sobre todo cuando manejan mercancía sensible o con certificaciones.
Checklists específicos para recepción y almacenaje
Una buena práctica es incluir preguntas sobre fragancia o riesgo de contaminación en el formato de recepción. Por ejemplo: “¿El producto tiene aroma fuerte?”, “¿Está empacado de forma hermética?”, “¿Requiere separación especial?”. Esto permite anticiparse a posibles incompatibilidades y asignar el espacio adecuado desde el inicio.
Cómo documentar un incidente por olor
Si llegas a tener un reclamo de este tipo, documentar bien lo sucedido puede ayudarte a evitar conflictos mayores. Es recomendable tomar evidencia fotográfica del acomodo, registrar temperaturas, ventilación, condiciones del empaque y fecha de ingreso. Así podrás demostrar si el problema se originó en el transporte, en el fabricante o durante el almacenamiento.

Un detalle que separa al operador promedio del excelente
Detectar este tipo de riesgos antes de que se conviertan en problemas demuestra madurez operativa. No todos los operadores logísticos lo contemplan, y ahí hay una oportunidad para destacar. Ser proactivos en este tema eleva la confianza del cliente y reduce los costos por devoluciones o reprocesos.