En medio del auge del comercio electrónico y la presión por entregas cada vez más rápidas, las ciudades más grandes de América Latina están viviendo una transformación silenciosa pero poderosa: el crecimiento de los “dark stores” y centros de microfulfillment. Estos almacenes invisibles, que no están abiertos al público y operan en zonas urbanas densas, se están convirtiendo en el corazón logístico que impulsa la inmediatez en la entrega de pedidos en la Ciudad de México, Bogotá, Buenos Aires y más allá.

¿Qué es un dark store y por qué están creciendo?
Un “dark store” es un punto de almacenamiento y distribución que se parece a un supermercado, pero que solo atiende pedidos en línea. A diferencia de las tiendas tradicionales, no tienen clientes físicos; están optimizados para empacar y despachar productos con rapidez. Su diseño permite recorrer pasillos más estrechos, ubicar productos por frecuencia de compra y automatizar parte de sus procesos.
Empresas como Jüsto, Rappi Turbo, Cornershop, Merqueo y PedidosYa han impulsado esta modalidad para garantizar entregas en menos de 30 minutos. La pandemia aceleró esta tendencia, y en 2025 se ha consolidado como un modelo estándar para ecommerce ultrarrápido. Según datos de McKinsey, las dark stores pueden reducir hasta en 60% los costos logísticos por pedido frente a modelos de tiendas físicas con reparto.
En la CDMX, zonas como Roma, Condesa, Polanco y Narvarte concentran decenas de estas instalaciones. En Bogotá, Chapinero y Usaquén lideran en densidad de microalmacenes, mientras que en Buenos Aires se concentran en Palermo y Recoleta. Su éxito depende de la cercanía con zonas de alto consumo y buena conectividad vial o ciclista.
Microfulfillment: automatización y proximidad para el ecommerce
Los centros de microfulfillment son instalaciones compactas (entre 300 y 1,500 m²) equipadas con sistemas automáticos de almacenamiento, picking y empaque. Están diseñados para atender una alta rotación de productos con bajo tiempo de preparación. Muchos operan con robots que recogen productos en segundos y los empacan sin intervención humana.
Empresas como Walmart, Cencosud y D1 están adoptando microfulfillment en tiendas existentes, convirtiendo parte de sus espacios en hubs de ecommerce. Startups como Fabric, Instaleap y Storelog también han desarrollado soluciones para implementar centros automatizados en zonas urbanas.
En Bogotá, Merqueo implementó un sistema híbrido: almacenes semiautomatizados que abastecen pedidos en 45 minutos. En CDMX, Rappi trabaja con partners que operan dark stores ultracompactas desde estacionamientos subterráneos y locales en desuso. En Buenos Aires, PedidosYa lanzó dark stores con inteligencia predictiva que ajusta inventarios según hábitos de consumo por colonia.
Ventajas y desafíos logísticos del modelo
Las ventajas son claras: menor tiempo de entrega, mayor control de stock, menos tráfico interno en tiendas físicas, y más satisfacción del cliente. Además, permiten operar en horarios extendidos, sin necesidad de áreas de exhibición ni personal de atención al público.
Sin embargo, también enfrentan retos: regulaciones urbanas (por ejemplo, uso de suelo), gestión de residuos, consumo energético y logística inversa. Las ciudades aún no cuentan con marcos normativos claros para estas operaciones, lo que genera tensiones con vecinos por ruido, tránsito de repartidores o falta de señalización visible.
Otro reto es la eficiencia en picos de demanda. Durante eventos como Hot Sale o fechas festivas, los dark stores pueden colapsar si no están bien dimensionados. Por eso, muchas empresas utilizan inteligencia artificial para predecir picos y escalar operaciones temporalmente con almacenes móviles o personal on demand.

El futuro: redes descentralizadas y colaboración urbana
Hacia 2026, se espera que los dark stores evolucionen hacia modelos de red distribuida. En lugar de un gran centro logístico en las afueras, múltiples nodos urbanos atenderán zonas de cobertura pequeñas con gran velocidad. Algunos incluso comparten inventario entre competidores mediante plataformas neutrales.
También se están desarrollando “dark hubs” compartidos entre varias marcas, especialmente para productos de alta demanda como snacks, bebidas, higiene o farmacia. Esto optimiza espacio, reduce costos y mejora el tiempo de entrega en zonas urbanas complejas.
En conclusión, los dark stores y centros de microfulfillment están redefiniendo la última milla en América Latina. Aunque invisibles a simple vista, son una parte vital del ecosistema digital urbano. Su éxito dependerá de la tecnología, la planificación urbana y la capacidad de adaptarse a las necesidades logísticas de ciudades que cambian tan rápido como los pedidos que llegan a nuestras puertas.